El Lampard bueno era el padre
I. “Número uno”, escribe Beth Teitell en el Boston Globe sobre las razones que han llevado a Tom Brady a dar marcha atrás sobre su retirada, “se dio cuenta de que ser padre es más agotador que el fútbol americano”.
41 días ha tardado en darse cuenta el siete veces campeón del Super Bowl.
Al resto de nosotros nos habrían sobrado 40 de esos días.
II. A Dan Shaughnessy, también en el Globe, la necesidad actual de atención del quarterback de los Buccaneers le parece “pesada y molesta”, pero, en realidad, Tom Brady no es arrogante, sino simplemente el mejor. Solía haber, precisamente, una pancarta que tenía exactamente ese mensaje en los partidos en Old Trafford del Manchester United, el otro club de la familia Glazer en el que no juega Brady, pero el United de hoy en día ya no es arrogante y mucho menos es el mejor.
En el United de hoy en día, me temo, ni siquiera quieren jugar los hijos de los que en el pasado jugaron en el United, sino que prefieren jugar en el City, aquel “vecino ruidoso” con el que “tienes que vivir”, ya que “no puedes hacer nada al respecto”, que decía Sir Alex Ferguson.
Lee y True Grant: el padre debe seguir estando por la primera plantilla del United pese a que rondará los 40 años y ha jugado apenas un par de partidos desde el año 2018. El hijo tiene 16 años y es también portero en las categorías inferiores del City.
Robin y Saqueel Van Persie: cuando el padre regresó al Feyenoord, el hijo jugó en su cantera. Cuando el padre jugó en el Fenerbahçe, el hijo jugó en su cantera. Cuando el padre cambió el Arsenal por el Manchester United… su hijo fichó por la academia del City.
Phil y Harvey Neville: Phil era el otro Neville, el que no era Gary, el que fichó por el Everton, el que no entrenó al Valencia, el polluelo de Fergie que no era titular de la talentosa clase roja mancuniana del 92, la de Beckham, Giggs, Scholes, Butt y los citados hermanos Neville. Era un futbolista burocrático, funcionarial. Yo le querría siempre en mi equipo. Ahora es el entrenador del Inter Miami, el equipo que preside el propio Beckham y en cuyo filial milita Harvey, el hijo de Phil, después de pasar por las canteras del United y del Valencia y, claro, por la del City.
Andy y Devante Cole: Andy era el delantero del United de la final del Camp Nou de mayo de 1999 que tenía raíces de Jamaica, Dwight Yorke era el delantero del United de esa final que había nacido en Trinidad y Tobago. Jamaica es la isla que está al lado de Cuba, Trinidad y Tobago son las islas que están al lado de Venezuela. Trinidad es la grande, Tobago es la pequeña. Hay más islas en ese país, pero solamente esas dos forman parte del nombre. No sé la razón, pero supongo que será, como todo, una cuestión de marketing o de economía. En aquella final de Barcelona, Ole Gunnar Solskjær y Teddy Sheringham fueron los delanteros suplentes, pero los dos goles en el descuento que dejaron roto de por vida a Samuel Kuffour sobre el césped del Camp Nou los marcaron ellos, no Cole y Yorke. Pobre Kuffour, todavía debe seguir llorando. Toda la humanidad lo recuerda así, postrado, abatido, con lágrimas. Qué mierda es la nostalgia. Qué odioso es trascender. Devante, el hijo de Andy, no parece que vaya a trascender: es delantero del Barnsley después de formarse en el City y no en el United. Eric Cantona sí trascendió, por supuesto: fue el mejor delantero del United en toda la década de los noventa. Oh. Ah. Cantona.
Darren y Jack y Tyler Fletcher: Darren es el actual director técnico del Manchester United, signifique lo que signifique ese cargo. Jack y Tyler, sus hijos gemelos, juegan en la cantera del City… en vez de la del United.
Ni siquiera se lleva ya la tradicional prevaricación paterna inherente al mundo del fútbol, en particular, y al mundo, así en general.
Los exjugadores del United, sin duda, quieren lo mejor para sus hijos, por eso estos juegan en la cantera del City y no en la del United.
Yo también quiero lo mejor para vuestros hijos: cuando tengan 18 años, instarles a aprobar una oposición y no a estudiar una carrera universitaria.
Jóvenes burocráticos, funcionariales, siempre en mi equipo.
(Foto: MATTHEW ASHTON/EMPICS SPORT)
III. Hablando de padres e hijos, el Lampard bueno era el padre, Frank Lampard Sr., lateral izquierdo del West Ham, no el hijo, Frank Lampard Jr., desertor y, según los expertos, mediocentro box to box.
IV. A mí el Manchester City, pese a todo, me sigue pareciendo un club barato que se ha gastado toneladas de dinero para no dejar de serlo.
Es más habitual de lo que podríamos pensar.
Ya lo dijo, de hecho, Dolly Parton, que, por si alguien no lo sabe, compuso en un único y mismo “buen día de escritura”, allá por 1972, ‘Jolene’ y ‘I will always love you’, dos de las mejores canciones de la historia de la música: “¡Cuesta mucho dinero parecer tan barata!”.
Y tanto.
Palabra de Diosa.
Amén, Dolly.
Ps. “Si puedes reunirte con el Triunfo y el Desastre y tratar a esos dos impostores de la misma manera”, mantuvo Rudyard Kipling en su poema ‘If’ sobre Tom Brady más de 80 años antes de que el quarterback estadounidense naciera, “[…] tuya es la Tierra y todo lo que en ella hay”.
EL CÓCTEL DE LA SEMANA PARA BEBER MIENTRAS VES UN TORNEO DE GOLF: SAN FRANCISCO (SIN ALCOHOL)
Utiliza un vaso largo y pon azúcar alrededor de él. Puedes hacerlo mojándolo en granadina o humedeciendo el vaso. Mejor la segunda opción, la primera puede resultar empalagosa. Agita con fuerza la mezcla mientras las manos se te llenan de frío debido a los hielos. Es una sensación incómoda, pero también agradable. Vierte el licor de granadina al final directamente sobre la cuchara para que el líquido se deposite en el fondo. Apuesta por zumo de limón como acompañante del zumo de naranja para aumentar el sabor cítrico del cóctel o por zumo de manzana en vez del zumo de melocotón para darle un sabor diferente, más fresco. Dicen que hay gente que se decanta también por el zumo de mango, pero creo que a esa gente no le gusta pasarse todas las semanas de jueves a domingo durante horas viendo golf en la televisión. Yo no conozco a nadie que le guste el San Francisco con zumo de mango y el golf, aunque tampoco he hecho un análisis de mercado muy profundo al respecto. En realidad, no se lo he preguntado a nadie, excepto a mí mismo. Cuando se te acabe toda la mezcla de tu coctelera Cobbler de tres elementos, levanta tu culo del sofá de una puta vez y prepara una nueva mezcla y así sucesivamente hasta que se acaben todos los San Francisco que hayas decidido preparar. Los torneos de golf son largos, así que necesitarás preparar muchos cócteles San Francisco. Tal vez en algunos de esos viajes para preparar cócteles San Francisco te pierdas a Shane Lowry hacer hoyo en uno en el 17 de TPC Sawgrass, pero no me eches la culpa: haber estado más rápido al preparar esos cócteles.