Más veloces
Conviene no olvidar lo esencial: cada cuatro años, los Juegos Olímpicos no solamente condecoran a los mejores deportistas del mundo, sino que fijan los límites físicos de los seres humanos, la cumbre de nuestra capacidad atlética.
Los 11.040 deportistas que participan en 32 modalidades deportivas en París son físicos y matemáticos que aplican la biomecánica a su disciplina. Su resultado, el éxito o el fracaso, es determinado por la velocidad, ya sea para cubrir un recorrido en el menor tiempo posible, para alcanzar una mayor distancia con un objeto o para que el oponente no tenga capacidad de reacción.
La segunda ley de Isaac Newton nos enseña que el cambio de movimiento es «directamente proporcional a la fuerza motriz impresa». La velocidad es el resultado de la fuerza aplicada por los deportistas olímpicos (los atletas, con sus pies sobre el tartán; los nadadores, con los brazos, sobre todo, pero también con los pies). Con una mayor fuerza de empuje se produce una aceleración más rápida, que, a su vez, es contrarrestada por la masa.
En el momento óptimo de su trayectoria, un lanzamiento de jabalina alcanza los 100 kilómetros por hora, mientras que el disco supera los 80 kilómetros por hora. El peso, en el que los atletas masculinos lanzan una bola de más de siete kilogramos, se sitúa en los 50 kilómetros por hora.
Por el contrario, las plumas de bádminton únicamente pesan 5 gramos, lo que les convierte en el objeto más veloz del deporte, con remates que pueden superar los 400 kilómetros por hora. Los lanzamientos de balonmano, por ejemplo, alcanzan los 130 kilómetros por hora, mientras que los saques de voleibol se sitúan por encima de los 100 kilómetros por hora y los de tenis en casi los 250 kilómetros por hora.
En el tiro con arco, mientras, la flecha puede alcanzar los 210 kilómetros por hora y ese registro aumenta exponencialmente la posibilidad de ganar una medalla: con una mayor velocidad, la trayectoria de la flecha hasta la diana es más recta. También, en cambio, con mayor velocidad aumenta la fuerza retardante de resistencia del aire.
Cada detalle, por mínimo que parezca, es importante para la velocidad.
En el remo, en teoría, hay que intentar remar en un arco de 90 grados para poder alcanzar la máxima fuerza cuando los remos están perpendiculares a la embarcación.
En la modalidad park de skateboarding, los deportistas utilizan la energía potencial gravitacional para convertirla en energía cinética, al igual que se hace en el funcionamiento de las montañas rusas, de cara a aumentar la velocidad y así alcanzar la misma altura al otro lado del tubo. Sin embargo, también hay que tener en cuenta la fricción en el contacto con otros cuerpos, por lo que los deportistas recurren a técnicas de agarre y a determinadas posiciones corporales (rodillas flexionadas y cuerpo hacia adelante, como los surfistas) para seguir aumentando la energía y continuar moviéndose.
En la actualidad, la velocidad, el éxito o el fracaso de los deportistas, depende de la fisiología, de la psicología, de la sociología y de la tecnología. Los seres humanos alcanzan los límites físicos gracias a la ciencia y a la innovación aplicadas, principalmente, a los métodos de entrenamiento y a los materiales de las indumentarias deportivas merced a la optimización aportada por herramientas como Internet.
Pongamos como referencia a las dos disciplinas deportivas que vertebran los Juegos Olímpicos, el atletismo, que contiene al 19% de los deportistas que participan en París, y la natación, con un 7% del total de los olímpicos. Según el siguiente estudio del The Washington Post, los seres humanos estamos cerca de nuestra cumbre atlética en el primero de ellos, especialmente en las pruebas de velocidad, pero seguimos bajando el límite de lo posible en la natación.
Foto: En los gráficos se aprecia la evolución a lo largo de los años de los mejores tiempos de las medallas de oro en pruebas de atletismo y de natación, tanto en hombres como en mujeres. (THE WASHINGTON POST).
La explicación se encuentra en la creación de piscinas más profundas y con menos turbulencias, en el uso de materiales más aerodinámicos para los bañadores y, sobre todo, en el progreso en la técnica. Por ejemplo, en la patada, en la posición de la mano en la brazada o en la postura del cuerpo al tirarse al agua. Acelerómetros y sensores miden y acumulan datos, en ocasiones hasta 512 veces por segundo en tres direcciones espaciales diferentes, sobre los ángulos, la velocidad o el contacto con el agua en los movimientos de los nadadores para utilizarlos en modelos matemáticos predictivos que les dicen el tiempo que pueden salvar por brazada si aplican los cambios sugeridos por la ciencia. Una única centésima ganada al crono puede decidir una medalla, puede establecer el límite físico del ser humano.
Lógicamente, habrá un momento en el que el tiempo en el cronómetro no pueda descender más, en el que los seres humanos alcancemos la cumbre de nuestra capacidad atlética.
Como se puede apreciar fácilmente en el estudio del Post, la progresión de mejora es cada vez menor. Teóricamente, el VO2máx, el consumo máximo de oxígeno que una persona puede utilizar durante la práctica deportiva, máximo estimado para los seres humanos es de 90-95 ml/kg/min y ya se ha registrado uno de 97,5 ml/kg/min. Los entrenamientos intensivos y prolongados pueden aumentar el VO2max, pero no hasta la eternidad (se estima, de hecho, que pueden aumentarlo alrededor de un 20%).
En relación con los deportistas, la psicología, la sociología y la tecnología, al igual que ha sucedido con los entrenamientos, han mejorado exponencialmente en las últimas décadas (y tal vez continúen mejorando), pero la fisiología de los seres humanos es probable que lleve años acercándose a su cúspide, incluso desde antes de lo que estamos dispuestos a reconocer. Existe un estudio biomecánico diseñado por Ross Tucker, el prestigioso científico deportivo sudafricano, que apoya esta tesis: según la velocidad de los puntos de apoyo de Jesse Owens, su estudio demostró que, si Owens hubiera corrido en la misma pista en la que Usain Bolt logró alcanzar su récord mundial de 100 metros lisos, el estadounidense únicamente habría terminado una zancada por detrás del jamaicano.
La velocidad determina el resultado, el éxito o el fracaso de los deportistas.
Y la innovación, la tecnología y la ciencia determinan sus hazañas y logros, los límites de los seres humanos, tanto o más que su capacidad física y su talento.
PS. A sus 27 años, Antoine Dupont, el mejor jugador de rugby del mundo, decidió el pasado mes de enero poner en pausa su exitosa carrera para aprender a jugar en apenas medio año a un deporte que no había practicado nunca, el rugby 7, y así poder disputar los Juegos Olímpicos de París. El rugby 7, por supuesto, es más veloz y abierto que el rugby, diferente técnica, táctica y físicamente. Pero el jugador del Stade Toulousain y de la selección francesa, el talento único de su generación, el rey de las Olimpiadas parisinas, sumó su ansiada medalla de oro después de anotar dos ensayos en la final del Stade de France en el primer sábado de competición, apenas un día después de la ceremonia de inauguración.
Y, hablando de velocidad, la pregunta es pertinente: ¿qué hacen durante las siguientes dos semanas todos aquellos deportistas olímpicos que ya han terminado su participación al día siguiente de la inauguración?