La piratería
(Este texto corresponde a la sección de Historias, que entremezcla efemérides, curiosidades, leyendas, hechos, sucesos, partidos y deportistas a lo largo de una narración)
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I. El 22 de mayo de 1914, un grupo de gente entre los que se encontraban 15 jugadores de fútbol salió en un barco desde los muelles del puerto de Southampton y, tras hacer parada en Vigo y en Madeira, llegó a Río de Janeiro 18 días después. Eran futbolistas del Exeter City, un club conocido como los Grecians. Por aquel entonces, hace ya más de cien años, los Grecians se embarcaron en ese viaje en barco para poder ganar dinero, ya que las cuentas del club estaban al descubierto. Fue la novena vez en la historia que un equipo de fútbol británico celebró una gira por Sudamérica. En realidad, el Tottenham había sido el primer equipo propuesto para jugar contra equipos locales de Argentina tras la invitación recibida desde Buenos Aires por la Football Association, pero, tras la renuncia del club londinense, la federación inglesa propuso al club del condado de Devon como un “equipo verdaderamente representativo” de Inglaterra.
En cierto modo, los jugadores del Exeter City sí que demostraron ser verdaderamente ingleses a lo largo de su viaje a Sudamérica, especialmente en la escala que realizaron en Santos, cuando todos ellos fueron detenidos por bañarse en una playa en la que estaba prohibido el baño (algunas fuentes, tal vez en broma, sugieren que se bañaron ligeros de ropa o, directamente, sin ella, una situación que todavía explicaría mejor su arresto). En el campo tampoco se olvidaron de su nacionalidad, especialmente en sus encuentros en Brasil. Por cierto, esos partidos supusieron un hito, ya que fue la primera vez que un club profesional de fútbol jugó en suelo brasileño.
Antes, en Argentina, los Grecians disputaron ocho encuentros, de los que ganaron seis, perdieron uno y empataron otro, este último contra la selección de Argentina. Ya en Brasil, el Exeter City jugó otros tres partidos, que se saldaron con dos victorias y una derrota. La derrota llegó por 0-2 contra una selección brasileña con jugadores de Río de Janeiro y de Sao Paulo y supone también otro hito importante en la historia del fútbol, ya que ese partido, disputado el 21 de julio de 1914, fue el primer encuentro de la historia que jugó la selección de Brasil, ahora toda una pentacampeona mundial. Más de 10.000 personas se dieron cita en el Estadio das Laranjeiras, el campo del Fluminense, y celebraron con entusiasmo el primer gol de Oswaldo: “Los espectadores se volvieron locos, agitando sombreros y bastones, y en las gradas damas y jóvenes agitaban pañuelos, gritando hurras", describió un periodista local. Después, según las crónicas, los jugadores del Exeter City aumentaron la violencia de su juego. En cualquier caso, fue el brasileño Osman el que sentenció el choque con el segundo y definitivo tanto. Los futbolistas locales fueron sacados a hombros y la prensa brasileña les elogió “por la corrección y maestría con que la que habían inutilizado los esfuerzos de los profesionales ingleses".
Ahora, de todas formas, los jugadores de ese equipo localizado al sur de Inglaterra ya no son tan profesionales como hace más de cien años: el Exeter City actualmente milita en la EFL League Two, la cuarta división del fútbol inglés, y juega sus partidos como local en St. James Park, un estadio con capacidad para 8.696 espectadores.
II. El Newcastle United también juega sus partidos como local en un estadio llamado St. James’ Park, aunque en su caso sí que se trata de un equipo profesional. Para ser exacto, el equipo que se encuentra más al norte de todos los conjuntos de la Premier League en esta temporada 2021-2022. Eso es, en efecto, una excepción, ya que la Premier League cada vez se está desplazando más al sur de la Watford Gap, el área que divide a Inglaterra en dos. Lo dicen, como habitualmente, los datos: hace doce años, en la campaña 2008-2009, once equipos del norte (Newcastle, Sunderland, Middlesbrough, Hull, Bolton, Blackburn, Wigan, Liverpool, Everton, Manchester United y Manchester City), otros tres equipos de las Tierras Medias (Stoke City, West Bromwich Albion y Aston Villa) y seis del sur (Portsmouth, Arsenal, Chelsea, Tottenham, Fulham y West Ham) formaban la Premier, mientras que en la actualidad, en esta campaña 2021-2022, siete equipos del norte (Newcastle, Burnley, Leeds, Everton, Liverpool, Manchester United y Manchester City), otros cuatro de las Tierras Medias (Wolverhampton, Leicester, Norwich y Aston Villa) y nueve del sur (Watford, Brighton, Southampton, Arsenal, Brentford, Chelsea, Crystal Palace, Tottenham y West Ham) forman la primera división inglesa.
Esta tendencia hacia el sur geográfico en el fútbol de élite inglés ha ido profundizándose a lo largo de la última década, un periodo en el que una gran mayoría de clubes del norte (Blackburn, Bolton, Blackpool, Wigan, Sunderland) y otros tantos de las Tierras Medias (Nottingham Forest, Sheffield Wednesday, Derby County) han atravesado o atraviesan por graves problemas económicos, pero en el inicio del fútbol en Inglaterra la tendencia fue justamente la contraria: el fútbol era cosa práctica y únicamente del norte y de las Tierras Medias.
De hecho, en la primera temporada liguera de la historia en Inglaterra, en el curso 1888-1889, no militó ningún club del sur del país y los equipos más al sur geográficamente fueron dos conjuntos de las Tierras Medias, el West Bromwich Albion y el Aston Villa. Tuvieron que pasar dieciséis temporadas hasta que apareció el primer equipo del sur, ya en el curso 1904-1905, el Woolwich Arsenal, que todavía jugaba en el sur en vez de en el norte de Londres y llevaba en su denominación el nombre de ese distrito londinense. En total, desde su creación en 1888 y hasta la llegada de la Premier League en 1992, los clubes del sur únicamente ganaron el título liguero en 16 ocasiones en más de 90 temporadas. De esos 16 títulos, 10 fueron del Arsenal. El Tottenham ganó dos y el Chelsea, uno. Fuera de Londres, únicamente el Portsmouth, con dos entorchados, y el Ipswich Town, con uno, levantaron el trofeo al sur de la Watford Gap. En cambio, ni siquiera hay que recurrir a los grandes campeones del norte (Liverpool, Everton y Manchester United) y de las Tierras Medias (Aston Villa) para realzar su superioridad. El Sunderland venció en seis campeonatos. Y el Newcastle y el Sheffield Wednesday, en cuatro. Y el Leeds United, el Wolverhampton Wanderers y el Huddersfield Town, en tres. Y hasta el Derby County, el Preston North End, el Blackburn Rovers o el Burnley consiguieron ser bicampeones.
Como ocurre siempre, hay una explicación lógica a ese dominio incontestable norteño a lo largo de tantos años: el fútbol se creó en las fábricas, en las ciudades industriales, en Manchester, en Liverpool y en Newcastle, no en Londres. En términos publicitarios, la clase trabajadora era su target y lo explica a la perfección la Ley de Fábricas de 1850, que prohibió que las fábricas utilizaran a trabajadores después de las dos de la tarde del sábado. Por eso, precisamente, el fútbol en Inglaterra comenzó a jugarse los sábados a las tres de la tarde.
Por el contrario, un equipo de Londres, el Chelsea, fue el primer conjunto inglés en adjudicarse la liga doméstica teniendo un propietario extranjero. Sucedió ya en este siglo XXI, en la temporada 2004-2005, y desde entonces nunca más ha vuelto a vencer un equipo que tenga propiedad inglesa. Lo cierto es que tampoco hay tantos que puedan hacerlo: en la actualidad, únicamente seis conjuntos de la Premier son propiedad de ingleses, el Brentford, el Brighton, el Crystal Palace, el Norwich, el Tottenham y el West Ham.
Como ocurre siempre, también hay una explicación lógica a ese cambio de narrativa dominante en el fútbol inglés a favor de los propietarios extranjeros: ahora los ingresos de los clubes no se basan en las entradas el día del partido que pagan los trabajadores de las fábricas, sino en los derechos televisivos y en el merchandising generados a lo largo de todo el mundo. El fútbol de ahora se disfruta todavía más en Londres que en Manchester, Liverpool o Newcastle porque Londres tiene más atractivos turísticos, económicos, empresariales y geopolíticos para atraer la inversión de los multimillonarios. Por eso, a la espera de la construcción del nuevo campo del Everton, los cinco estadios más nuevos de la Premier League se han construido en el sur (Brighton) y, especialmente, en Londres (Arsenal, West Ham, Tottenham y Brentford).
Aunque, en su esencia, el rastro del dinero siempre demuestra que para él nunca hay fronteras geográficas.
III. El 2 de octubre de 2018 en Estambul, Hatice Cengiz estuvo esperando frente al consulado saudí a su prometido durante horas, pero él nunca salió. Dentro, su prometido, Jamal Khashoggi, el periodista saudí crítico con el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salman, fue drogado, golpeado, estrangulado y desmembrado con una sierra para huesos por un equipo de 15 hombres que le estaban esperando. Las autoridades sauditas negaron su responsabilidad en el asesinato, pero las pruebas enseguida culpabilizaron al régimen saudí y, especialmente, al círculo íntimo del propio Mohammed bin Salman, incluidos sus miembros de seguridad. La CIA concluyó, con el tiempo, que lo más seguro es que el asesinato fuera ordenado por Bin Salman, si bien el príncipe saudí lo niega y solamente ha asumido su responsabilidad en el asesinato de Khashoggi asegurando que fue un “error” que no debería haber ocurrido. Los aliados de Arabia Saudita, empezando por Estados Unidos y el Reino Unido, intentaron que el asesinato de Khashoggi se olvidara lo antes posible, al tiempo que centraron sus esfuerzos en ensalzar la figura de Bin Salman como un reformador social que lucha por cambiar la economía de su país para que no dependa exclusivamente del decreciente petróleo.
De hecho, la riqueza del petróleo define tanto a Arabia Saudita desde que Ibn Saud fundara la nación en 1932 como el Wahabismo, la doctrina ultraconservadora del Islam que se sigue en el país saudí. No en vano, Arabia Saudita suele ser el país del mundo que más personas ejecuta al año, incluidas las 184 personas, entre ellas niños, que ejecutó en el año 2019, 37 en un único día. Irónicamente, una serie de muertes de familiares también fueron importantes para que Mohammed bin Salman terminara siendo el príncipe heredero en una familia de unas 15.000 personas formada después de que Ibn Saud tuviera, según las estimaciones, alrededor de medio centenar de hijos: Salman bin Abdulaziz, el hijo número 25 de Ibn Saud, se convirtió en rey en 2015 y nombró un par de años después su príncipe heredero a Mohammed bin Salman, su octavo hijo pero también su favorito.
Bin Salman, tal y como quisieron ensalzar Estados Unidos y Reino Unido a lo largo de todo Occidente, fue de entrada un reformador social. Abrió los cines que permanecían cerrados desde 1979. Organizó conciertos por primera vez. Llevó hasta Arabia Saudita eventos multitudinarios, como las Supercopas de España e Italia y combates de boxeo y de WWE. Desmanteló parcialmente el sistema de tutela que no permitía a las mujeres, básicamente, hacer nada. Con esos cambios, las mujeres pudieron solicitar el pasaporte y viajar sin tener que pedir permiso a sus familiares varones. Y también pudieron conducir.
Sin embargo, como líder del Ministerio de Defensa, Bin Salman, con la colaboración de Emiratos Árabes Unidos y el apoyo y el armamento de Estados Unidos y el Reino Unido, empezó una campaña militar en Yemen contra las fuerzas rebeldes hutíes (considerados por los saudíes como representantes de su gran rival en la región, Irán) que terminó siendo un desastre, matando a miles de civiles y dejando hambrienta a la mayor parte del país.
Ya en el año 2017, Bin Salman fue nombrado príncipe heredero y alrededor de cuatro centenares de los saudíes más importantes fueron invitados al hotel Ritz Carlton de Riad, donde estuvieron retenidos durante semanas hasta que muchos de ellos firmaron la cesión de gran parte de sus fortunas. Diecisiete personas afirmaron haber sido torturadas y una persona murió durante el cautiverio. Arabia Saudita consideró “absolutamente falsas” las acusaciones de abusos y, junto con sus aliados occidentales, describió la actuación como “anticorrupción” para repatriar cientos de miles de millones de dólares a favor del estado.
Para el régimen saudí que la mayoría de las personas arrestadas fueran rivales directos del príncipe heredero durante su ascenso al poder fue únicamente una coincidencia.
Foto: AP
IV. La geopolítica es inexcusable para entender el fútbol hoy en día.
En el año 2007, Mike Ashley pagó 134 millones de libras para convertirse en dueño del Newcastle United. Trece años después, en abril del año 2020, el propio Ashley acordó la venta del club por 300 millones de libras a un consorcio de empresas liderado por el Fondo de Inversión Pública (PIF), el fondo soberano de riqueza de Arabia Saudita, presidido por el propio Mohammed bin Salman, el príncipe heredero.
Sin embargo, la Premier League ha tardado más de 18 meses en aceptar esa compra. Sería razonable que alguien piense que el recelo de la competición inglesa ha sido debido al terrible historial del país saudí en materia de derechos humanos o a que su periodista crítico más reconocido fuera asesinado y desmembrado en uno de sus consulados o a las numerosas atrocidades cometidas en la guerra en Yemen, pero estaría completamente equivocado. El único impedimento que la Premier puso durante tantos meses a la entrada del fondo presidido por Bin Salman en su competición se debía única y exclusivamente a una cuestión de propiedad intelectual, a la piratería.
Para explicarlo, tengo que regresar al 2017, año en el que Mohammed bin Salman lideró una coalición junto con los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Egipto para aislar económica, política y diplomáticamente a Qatar, país al que acusaron de apoyar a Irán y a todas las fuerzas islamistas de la región. Desde abril de 2020, beIN Sports, la cadena de Qatar que posee los derechos de televisión de la Premier League para el Medio Oriente, se ha opuesto con firmeza a la venta del Newcastle United al fondo saudí debido, según los qatarís, al robo de la transmisión que estaban teniendo por parte de una emisora pirata llamada beoutQ y a la involucración en dicho robo de la red saudita Arabsat. Arabia Saudita negó categóricamente esa presunta involucración en el citado robo.
Desde hace unos días, beIN Sports, tras cuatro años y medio, ya no tiene prohibido operar en Arabia Saudita y puede retransmitir legalmente los partidos de la Premier League en el citado país. Asimismo, el régimen saudí se ha comprometido a desactivar la emisora beoutQ y a eliminar todas las demás páginas web piratas que surjan en cuanto beIN Sports se lo notifique.
Acto seguido, beIN Sports eliminó su veto y la Premier League aceptó la venta del Newcastle United al Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudita.
V. En abril del 2020, el 97% de los aficionados del Newcastle United aprobaban la venta de su club al fondo saudí según la encuesta realizada por el Newcastle United Supporters Trust, el grupo más importante de representación de los fanáticos del conjunto inglés. Poco más de un año después, justo antes del inicio de esta nueva temporada, un 94% de ellos continuaban estando a favor de que la adquisición del Newcastle United por parte del Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudita terminara de forma exitosa a pesar de que Amnistía Internacional considera dicha compra como el último ejemplo de “lavado deportivo”. “La forma en que la Premier League aprobó este acuerdo plantea una serie de preguntas profundamente preocupantes sobre el lavado deportivo, sobre los derechos humanos y el deporte, y sobre la integridad del fútbol inglés”, mantuvo la pasada semana Sacha Deshmukh, el director ejecutivo en el Reino Unido de dicha organización. Y añadió: “El fútbol es un deporte mundial en un escenario mundial. Necesita actualizar urgentemente sus reglas de propiedad para evitar que los implicados en graves violaciones de derechos humanos compren la pasión y el glamour del fútbol inglés”.
En efecto, Arabia Saudita y el príncipe heredero Mohammed bin Salman quieren aumentar su credibilidad y adquirir legitimidad a través del fútbol, comprando un club y llevándolo hacia el éxito en la verdadera Superliga del balompié mundial, pero sería hipócrita aislar al fútbol, al deporte, una vez más, del resto de la sociedad.
Tan esclavo de las inversiones de regímenes y empresas turbias, del dinero de procedencia opaca, es el fútbol como cualquier otro ámbito de nuestra sociedad.
Qatar es el PSG, el Mundial del próximo año, la Academia Aspire y beIN Sports, pero también los almacenes Harrods y el aeropuerto de Heathrow.
Abu Dabi (es decir, los Emiratos Árabes Unidos) es el City Football Group y su Manchester City, pero también Mubadala, el fondo soberano que está invirtiendo más de 10 mil millones de libras en el Reino Unido.
Arabia Saudita es desde hace unos pocos días el Newcastle United, pero el año pasado ya era también el BT Group, el grupo británico multinacional de comunicación.
Europa, el mundo occidental, hace ya tiempo que dejó de hacerse preguntas sobre la procedencia del dinero que le permite seguir viviendo mejor que otras regiones del planeta.
Básicamente, eso es exactamente lo mismo que ahora tienen pensado hacer los aficionados del Newcastle United, el equipo más al norte de una Premier League que cada vez mira más al sur. Para ser concreto, a esa megalópolis situada al sureste y llamada Londres.
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PD. La Liga Nacional de Fútbol Profesional de España no lo dice, pero ya os lo digo yo: a ella le encantaría que los veinte equipos de Primera División y los veintidós de Segunda División fueran mayoritariamente conjuntos del área de Madrid y de Barcelona o, en su defecto, de ciudades importantes a las que se llegue, preferiblemente, en AVE (o, si no, en avión) desde Madrid y Barcelona. Es decir, a La Liga no le molestan los Rayo Vallecano, Getafe o Leganés, sino los Mirandés, Eibar o Amorebieta. ¿Por qué? Porque los primeros son exponencialmente más fáciles de vender a inversionistas extranjeros que los segundos.
Foto: Getty Images
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En este texto he utilizado referencias de The Athletic y The Guardian.
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Suelo escribir siempre con música, así que he decidido que voy a poner alguna de las canciones que ha sonado mientras estaba escribiendo el texto. Como, por ejemplo, ésta: