El poder de las estrellas
(Este texto corresponde a la sección de Reportajes, que, como su propio nombre indica, contiene reportajes sobre deportistas, clubes o cualquier aspecto relacionado con el deporte)
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Como sostengo desde hace muchos años (y más todavía tras el aumento de poder de los jugadores en la competición que se ha producido desde hace ya bastante tiempo) que lo peor que le puede pasar a un equipo en el deporte estadounidense es ser un miembro de la parte media de la NBA al no tener la capacidad, al contrario de lo que ocurre en otras competiciones (la NFL como paradigma), para convertirse en un equipo ganador con prontitud, de un año a otro, siguiendo los mecanismos habituales del deporte norteamericano en cuanto a composición de plantilla (draft y agencia libre) y sin depender única y exclusivamente de los deseos de las grandes estrellas, he decidido bucear en datos e historia para intentar complementar esa opinión, esa sensación, con tendencias y argumentos.
El resultado es el siguiente.
La NBA más abierta en cuarenta años
A lo largo de su trayectoria, la narrativa de la NBA se ha vertebrado con grandes dinastías. El inicio de la competición coronó a los Minneapolis Lakers entrenados por John Kundla y liderados por George Mikan antes de que la franquicia fuera trasladada al glamour de Los Angeles. Los Boston Celtics establecieron su aureola con sus ocho títulos consecutivos entre 1959 y 1966 (y sus diez en once temporadas entre 1959 y 1969) mientras Red Auerbach fumaba puros y Bill Russell dominaba desde la posición de pívot. Precisamente, los propios Lakers, ya en California, y Celtics se repartieron ocho títulos de 1980 a 1988 y, gracias a la rivalidad entre Magic Johnson y Larry Bird, la NBA alcanzó la globalidad. En los noventa, Dios se disfrazó de jugador de baloncesto para que los Chicago Bulls de Michael Jordan lograran su doble triplete en apenas ocho años también. Por su parte, los Lakers, una vez más, y los San Antonio Spurs protagonizaron el inicio del siglo XXI y certificaron el alargado dominio del Oeste sobre el Este en esas temporadas antes de que LeBron James decidiera irse a Miami y, ya en los últimos años, los Golden State Warriors se convirtieran en el último gran conjunto de la liga estadounidense y, posiblemente, en uno de los mejores de toda la historia.
En efecto, la NBA nunca ha destacado por ser una competición abierta en la que cualquier conjunto puede ganar. Salvo en contadas ocasiones. La primera de ellas, por ejemplo, sucedió al poco de iniciarse, desde 1954 a 1958, cuando la liga contó con cinco campeones diferentes de manera consecutiva: los Minneapolis Lakers (en el cierre de su dinastía), los Syracuse Nationals, los Philadelphia Warriors, los Boston Celtics (en el inicio de la suya) y los St. Louis Hawks. En cualquier caso, la década de los setenta, tras la conclusión de la era victoriosa de los Celtics y antes de la irrupción de la rivalidad en los ochenta entre los citados Celtics y los Lakers, ha sido siempre la época considerada como la más abierta en la NBA y los datos lo confirman: desde 1971 a 1980 hubo ocho campeones diferentes y, en concreto, desde 1975 a 1980, seis conjuntos diferentes se alzaron con el título (Golden State Warriors, Celtics, Portland Trail Blazers, Washington Bullets, Seattle SuperSonics y Lakers). Por último, ahora, precisamente y a pesar de la creación de los superequipos por deseo de las grandes estrellas, es cuando estamos viviendo la tercera gran época más abierta de la historia de la NBA: desde 2018 a 2021, la competición acumula cuatro campeones diferentes de forma consecutiva (Warriors, Toronto Raptors, Lakers y Milwaukee Bucks), una racha que todavía se puede ampliar más en esta nueva temporada.
¿Cómo se formaron las plantillas de los Golden State Warriors y los Cleveland Cavaliers de la campaña 2017-2018?
Teniendo en cuenta que, si bien el draft de la NBA existe desde 1947, la agencia libre de la competición no comenzó, más o menos, hasta el episodio de Tom Chambers en el año 1988, creo que es interesante poder profundizar sobre la composición de las plantillas de los equipos que alcanzaron la final en las últimas cuatro temporadas, en esta NBA más abierta, para entender de qué forma y en qué plazo se alcanza el éxito en la competición actual y la influencia que tienen los mecanismos tradicionales en esos títulos.
En el caso de la temporada 2017-2018, tanto el campeón, los Golden State Warriors, como el finalista, los Cleveland Cavaliers, habían protagonizado las tres finales anteriores, con dos entorchados para los californianos y uno para los de Ohio.
Los Warriors, por su parte, respondían firmemente al modelo tradicional de formación de plantilla a través del draft y la agencia libre, con siete jugadores que llegaron a su plantilla en el draft (Stephen Curry, Draymond Green, Damian Jones, Kevon Looney, Klay Thompson, Jordan Bell y Patrick McCaw) y otros tantos que lo hicieron en el mercado estival (Quinn Cook, Kevin Durant, Shaun Livingston, JaVale McGee, Zaza Pachulia, David West y Nick Young). Aunque Durant, que firmó con ellos en el mes de julio del año 2016 en la agencia libre, fue la última ficha que elevó a ese equipo hasta un nivel prácticamente desconocido hasta entonces, lo cierto es que la dinastía de esos Warriors de Steve Kerr se sustentó en una base de jugadores que estaban allí con anterioridad y según el modelo más tradicional de draft y agencia libre en un proceso que duró alrededor de un lustro hasta convertir a un conjunto de apenas 26 victorias en el curso 2009-2010 en campeón por primera vez en la temporada 2014-2015: Curry fue seleccionado en el draft del 2009, Thompson en el del 2011 y Green en el del 2012. Iguolada, el otro jugador de la citada base sobre la que se cimentó la escuadra campeona, fue el único de ellos que aterrizó en California a través de un traspaso, si bien, en realidad, también fue fruto de la agencia libre: el jugador firmó con los Warriors en el año 2013 mediante un sign and trade tras no aceptar la oferta de renovación de los Denver Nuggets.
Por el contrario, los Cavs eran un proyecto completamente formado mediante traspasos y, especialmente, según los deseos de su gran estrella e hijo pródigo, un LeBron James que regresó en la agencia libre de 2014 a Cleveland para volver a jugar en el equipo que le había seleccionado como número 1 en el draft del año 2003. Además de LeBron, los únicos jugadores de esa plantilla que habían sido seleccionados en el draft por los Cavs eran Tristan Thompson, que promedió 20 minutos por partido en esa temporada, y Cedi Osman, que sumó 11 minutos por encuentro. Mientras, el gran núcleo de secundarios alrededor de LeBron había llegado a los Cavs a través de traspasos, ya fuera en la temporada de regreso de James a Cleveland (Kevin Love), en la siguiente (J.R. Smith) o, sobre todo, en la campaña anterior (Kyle Korver) y en esa misma temporada (Larry Nance Jr., Rodney Hood, George Hill y Jordan Clarkson). En este caso, la decisión de LeBron James, uno de los mejores jugadores de la historia de la NBA, de regresar a su casa aceleró al máximo el camino hacia el éxito de los Cavaliers: en el curso 2013-2014 ganaron únicamente 33 partidos y al año siguiente, el primero tras la vuelta de LeBron, ya jugaron la primera de las cuatro finales consecutivas que les enfrentaron contra los Warriors y en las que sumaron el primer título y único de su historia.
Foto: Getty Images
¿Cómo se formaron las plantillas de los Golden State Warriors y los Toronto Raptors de la campaña 2018-2019?
Un año después, la dinastía de los Golden State Warriors, que jugaron su quinta final de forma consecutiva, se apagó con un subcampeonato que también podría haber sido hipotéticamente su cuarto título en un lustro si las graves lesiones de Kevin Durant (que se perdió los cuatro primeros partidos y se rompió el tendón de Aquiles en el quinto) y de Klay Thompson (que se rompió el ligamento cruzado anterior en el tercer cuarto del sexto) no hubieran menguado su potencial. En esencia, esos Warriors eran un equipo prácticamente igual que el de la temporada anterior con el añadido, también en la agencia libre, de una estrella lastrada gravemente en su juego por las lesiones, un DeMarcus Cousins que apenas acumuló 17 minutos por partido en la postemporada.
Mientras, al igual que sucedía en el curso anterior con los Cavs, los Raptors que se proclamaron campeones por primera vez era una escuadra formada mayoritariamente desde los traspasos, ya que cinco de sus siete jugadores con más minutos por partido habían llegado a Toronto vía traspaso y, si bien Kyle Lowry lo hizo desde los Houston Rockets en el año 2012 y Serge Ibaka desde los Orlando Magic en 2017, la mayoría de ellos lo hicieron en esa misma campaña: Kawhi Leonard y Danny Green en ese verano desde los San Antonio Spurs y Marc Gasol ya en febrero desde los Memphis Grizzlies. Paskal Siakam, que había sido elegido en el draft un par de años antes, y Fred VanVleet, que había firmado también en 2016 desde la agencia libre tras no haber sido seleccionado en el draft, completan la nómina de jugadores importantes de un equipo que, aunque acumulaba cinco presencias consecutivas en los playoffs, cambió en el banquillo a Dwane Casey por Nick Nurse porque nunca había alcanzado la cima, esa final de la NBA que, una vez más, la llegada de una gran estrella (Kawhi Leonard) aceleró. Por cierto, esa gran estrella decidió irse tras esa temporada y, desde entonces, los Raptors acumulan una derrota en las semifinales de conferencia contra los Boston Celtics y, ya el año pasado, una temporada de 27 victorias y 45 derrotas.
¿Cómo se formaron las plantillas de Los Angeles Lakers y los Miami Heat de la campaña 2019-2020?
Aunque la temporada 2019-2020 debe contextualizarse al ser la campaña de la pandemia mundial del COVID-19, el parón y la reanudación de la competición en la burbuja de Florida, la verdad es que es interesante desde el punto de vista de este texto, ya que es la única campaña en la que la final la disputan dos conjuntos que en el curso anterior no se habían clasificado ni siquiera para los playoffs.
Al igual que sucedió unos años antes en los Cavs con el regreso de LeBron James, los Lakers, el conjunto campeón, es un ejemplo perfecto de cómo esta época de empoderamiento de los jugadores puede cambiar de la noche a la mañana el éxito de cualquier equipo y detonar por completo hasta el fracaso el futuro de una franquicia que lleve haciendo las cosas, en teoría, a la perfección desde muchos años antes. Por ello, precisamente, en la NBA actual siempre hay que invertir en talento a presente, sea el que sea el coste de talento a futuro que hay que hipotecar. Un año antes de este título angelino, LeBron James decidió que era el momento de llevar su historia a Los Angeles y los Lakers, que acumulaban seis temporadas consecutivas con más derrotas que victorias, la última de ellas con James ya en su plantilla, se convirtieron, gracias al reclamo de LeBron y de la propia franquicia en sí, de nuevo en el sitio perfecto en el que jugar. Especialmente, a través de la agencia libre. Desde la llegada de LeBron James a Los Angeles en el mercado estival del año 2018, hasta diez jugadores más de esa plantilla campeona lo hicieron a través de la agencia libre, dos de ellos en el mismo año 2018 (Rajon Rondo y JaVale McGee), seis más en el año 2019 (Avery Bradley, Alex Caruso, Quinn Cook, Jaren Dudley, Danny Green y Dwight Howard) y otros dos más en mitad de esa temporada 2019-2020 (Markieff Morris y Dion Waiters). En cualquier caso, la segunda estrella que acompañara a LeBron James para poder alcanzar el título llegó vía traspaso, en el mes de julio de 2019, cuando Anthony Davis dejó los New Orleans Pelicans para convertirse, posiblemente, en la mejor pareja de James a lo largo de su trayectoria. Es decir, según lo que nos cuentan las transacciones efectuadas en esta plantilla, estos Lakers campeones se formaron en apenas un año porque, como sucede siempre a su alrededor, el halo de LeBron James es inabarcable.
El subcampeón, los Miami Heat, es, por su parte, un gran ejemplo de la valentía de los ejecutivos, ese pensar a presente y no a futuro, que suele traer consigo réditos en la época actual de la NBA. Pat Riley, leyenda también en los Lakers, entendió a la perfección que había encontrado las piezas complementarias para formar un equipo notable a través del draft (Bam Adebayo en 2017 y Tyler Herro ese mismo verano) y de la agencia libre (Derrick Jones un año antes y Kendrick Nunn, Duncan Robinson y Jimmy Butler ese verano, si bien este último fue en sign and trade con los Philadelphia Sixers) y que era el momento de apostar a través de los traspasos en busca del título sin pensar más allá de esa temporada. De tal modo, en el mes de febrero del 2020, Jae Crowder, Solomon Hill y Andre Iguolada se unieron a los Heat desde los Memphis Grizzlies para, junto con Goran Dragic (fichado en traspaso desde los Suns en 2015), terminar por culminar la base de la plantilla finalista después de una campaña anterior de 39 victorias y 43 derrotas. O lo que es lo mismo: esos Heat son el caso más precoz del camino entre el fracaso y el éxito en los últimos años siguiendo un modelo más tradicional de draft y agencia libre (y traspasos a mitad de temporada para apuntalar la plantilla cuando ésta ya ha demostrado su potencial) sin que una gran estrella, con permiso, obviamente, de Jimmy Butler, entre completamente en juego con sus decisiones.
Foto: Getty Images
¿Cómo se formaron las plantillas de Milwaukee Bucks y los Phoenix Suns de la campaña 2020-2021?
Por su parte, los dos equipos finalistas de la temporada pasada vuelven a situarse en la composición de plantilla más tradicional de la NBA a través de draft y de agencia libre en un proceso que dura varios años.
Por ejemplo, los campeones, Milwaukee Bucks, habían jugado cinco playoffs en seis temporadas antes de alzarse con el título de la NBA tras conformar una plantilla alrededor de Giannis Antetokounmpo, jugador al que eligieron en el número 15 de la primera ronda del draft de ocho años antes, en el año 2013. Precisamente, su segunda estrella, Khris Middleton, también llegó en ese año 2013, si bien mediante traspaso desde los Detroit Pistons. Después, la franquicia de Wisconsin fue añadiendo las citadas piezas alrededor de Antetokpounmpo en la base de su equipo ganador mediante el draft (DiVincenzo en el año 2018) y, sobre todo, la agencia libre (Connaughton y Brook Lopez en el 2018, Bryn Forbes y Bobby Portis en el 2020 y Jeff Teague apenas unos meses antes del título) hasta que acertó con las piezas definitivas mediante traspaso: Jrue Holiday, desde los New Orleans Pelicans en noviembre del 2020, y, más en plan secundario, P.J. Tucker, desde los Houston Rockets en marzo de 2021.
En cualquier caso, los Phoenix Suns, finalistas después de una década sin jugar la postemporada y con algunas temporadas de apenas 19 o 21 victorias, responden más todavía si cabe al modelo tradicional de formación de plantilla. En su caso, haciendo más hincapié en el draft: Devin Booker, su máxima estrella fue elegido en el draft de 2015, mientras que la franquicia de Arizona aprovechó también sus dos selecciones entre los diez primeros del draft del 2018 (Deandre Ayton y Mikal Bridges) y su primera ronda de 2019 (Cameron Johnson) para tener una base de jugadores jóvenes con una dinámica claramente ascendente. Ya en el verano y el otoño de 2020, los Suns completaron su reconstrucción hacia el éxito utilizando la agencia libre (Jae Crowder, E’Twaun Moore y Cameron Payne) y aumentando notablemente el nivel de su plantilla apostando por una gran estrella mediante traspaso, Chris Paul desde los New Orleans Pelicans.
En conclusión, de los ocho últimos finalistas de la NBA en los cuatro últimos años, los equipos que siguieron un camino más tradicional en su formación de plantilla (Warriors, Heat, Bucks o Suns) tuvieron que esperar varios años para pasar del fracaso al éxito, mientras que los conjuntos que apostaron mayoritariamente por los traspasos (Raptors) o tuvieron la suerte de que una gran estrella decidió jugar en sus filas (básicamente, LeBron James en los Cavs y en los Lakers) minimizaron ese periodo de espera, a veces incluso hasta de apenas un año para otro.
Los equipos favoritos siempre tienen a los jugadores que más cobran
Según las previsiones de victorias en temporada regular para esta temporada, los máximos favoritos al título son los Utah Jazz, los Suns, los Dallas Mavericks, los Lakers, los TrailBlazers, los Denver Nuggets (todos ellos en el Oeste), los Bucks, los Brooklyn Nets, los 76ers, los Atlanta Hawks, los Celtics y los Heat (todos estos en el Este).
Mientras, según las apuestas de Las Vegas, los máximos favoritos al título son exactamente los mismos conjuntos añadiendo en esa lista a los Warriors (cuartos máximos favoritos, únicamente superados por los Nets, los Lakers y los Bucks) y a Los Angeles Clippers.
Son dos listas realmente interesantes porque esos catorce conjuntos tienen una cosa en común: en sus plantillas suelen estar los jugadores que más dinero cobran.
Los cuatro máximos favoritos, por ejemplo, tienen en sus plantillas a nueve de los quince jugadores con mayor salario para esta temporada, dos en los Nets (Harden y Durant), tres en los Lakers (LeBron, Westbrook y Davis), dos en los Bucks (Antetokounmpo y Middleton) y otros dos en los Warriors (Curry y Thompson); y a once entre los 21 mejor pagados (hay que añadir a Irving, de los Nets, y a Holiday, de los Bucks).
Asimismo, los Clippers sitúan a dos jugadores entre los cuatro mejor pagados (George y Leonard), mientras que los Blazers tienen al tercero (Lillard) y al 22º (McCollum), y entre el décimo y el vigesimoquinto se encuentran otros dos de los Jazz (Gobert y Mitchell), de los 76ers (Harris y Simmons) y de los Heat (Butler y Adebayo).
En total, 25 de los 31 jugadores mejor pagados pertenecen a esa lista de equipos favoritos. Por el contrario, Wall (Rockets), Beal (Wizards), Siakam (Raptors), Fox (Kings), Towns (Wolves) o Ingram (Pelicans) son la excepción en esa lista, ya que lo normal es que menos dinero para las estrellas y mayor número de derrotas vayan unidos: los jugadores mejor pagados de los Magic, los Pistons, los Spurs o los Thunder, todos ellos equipos situados entre los seis conjuntos con menor número de victorias según las previsiones, no aparecen entre los cincuenta jugadores mejor pagados esta temporada en la NBA.
¿Qué nos cuenta la composición de las plantillas en esta temporada de la NBA?
Entonces, para finalizar, ¿qué nos cuenta la composición de las plantillas en esta temporada de la NBA?
En primer lugar, si quieres ser favorito al título, el draft no es el mejor camino para llegar a serlo: de los diez equipos que cuentan con siete jugadores o más que eligieron a través del draft en su plantilla, únicamente los Warriors y los 76ers aparecen entre los diez máximos favoritos al título según las casas de apuestas de Las Vegas.
Y en segundo lugar, si quieres ser favorito al título, el mejor camino para llegar a serlo es que una gran estrella llegue a tu equipo vía agencia libre o traspaso y que su llegada atraiga a un gran número de jugadores en la citada agencia libre: los Lakers de LeBron tienen hasta once jugadores llegados en la agencia libre para liderar una lista en la que también destacan los Nets de Durant e Irving con ocho, los Heat de Butler también con ocho o los Bucks de Antetokounmpo con siete (aunque Anteto llegó a Milwaukee vía draft).
Porque en la NBA actual los que mandan y deciden el presente y futuro de los equipos son, sin ninguna duda, las grandes estrellas.
Foto: Getty Images
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En este texto he utilizado referencias de Basketball Reference, FiveThirtyEight, Real GM y Spotrac.
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Suelo escribir siempre con música, así que he decidido que voy a poner alguna de las canciones que ha sonado mientras estaba escribiendo el texto. Como, por ejemplo, ésta: