El curioso caso de Yetang Che
El secreto ha de descubrirse ya: Yetang Che no existe. Es simplemente una invención que nació con la intención de ser un homenaje a Sidd Finch, el protagonista de The curious case of Sidd Finch, uno de mis textos preferidos en la historia de la revista Sports Illustrated, que fue escrito por George Plimpton, cuenta la vida de un lanzador de béisbol y fue publicado en la edición del lunes 1 de abril de 1985, día de los Inocentes en Estados Unidos.
De hecho, El secreto que cambiará el fútbol para siempre, mi texto sobre el futbolista ficticio Yetang Che, y el propio Yetang Che están plagados de referencias al texto de Plimpton y a Sidd Finch e, incluso, algunas de sus frases son exactamente iguales, incluidas la primera y la última de todas ellas. Los reconocimientos en mi escrito a la historia publicada en Sports Illustrated también se pueden ver fácilmente en la temática, las características de su protagonista, tanto psicológicas como materiales, y en algunas de las fotografías que acompañan el texto, compuestas a semejanza de la publicación original.
Entonces, ¿nada de lo que acabas de leer existe? En realidad, muchas cosas, sí. Enric González es uno de los periodistas que más admiro, profesa lealtad al RCD Espanyol y sus declaraciones en el texto las ha dicho o escrito de verdad a lo largo de su vida (salvo la última de todas ellas), aunque no referidas, obviamente, a Yetang Che. Andrés Martínez es un premiado y talentoso fotoperiodista que trabaja en China y un maravilloso amigo mío desde que estudiamos juntos en la universidad. Y José Miguel Peñas de Pablo es el CEO de Servicios Reunidos Peñas, el grupo empresarial al que pertenece la agencia de representación de deportistas Advage Sports and Event Management y con el que yo tuve la suerte de poder trabajar durante varios años. Sin la complicidad de todos ellos este texto no hubiera sido posible.
Además, la montaña Chura Kang es inexpugnable y el gran cañón del río Yarlung Tsangpo, a los pies del monte Namcha Barwa, está considerado como el último lugar completamente limpio del planeta Tierra. También la Escuela de Teología de la Universidad de Harvard es una de las más prestigiosas en el mundo académico y Wolfang Amadeus Mozart compuso cuatro conciertos para trompa, el cuarto de ellos con unas exigentes triadas en allegro vivace. Y el Chengdú Rongcheng juega sus partidos de la Superliga china en el estadio Colina Fénix, si bien no creo que alguno de los asistentes a sus encuentros porte una pistola mediante radar Stalker Sport Pro II+, una herramienta de medición utilizada de forma recurrente en Las Mayores de béisbol para medir la velocidad de los lanzamientos del lanzador desde el montículo.
Asimismo, Messi, Cristiano Ronaldo, Yehudah Hanasí, Siddharta Gautama y Jetsun Milarepa, el gran poeta tibetano, existen o existieron, aunque me temo que las enseñanzas de estos dos últimos, al igual que otros aforismos budistas que aparecen en el texto, son invenciones mías que nadie debería tatuarse en la piel. Ni siquiera el que dice que los prejuicios son los juicios de los imbéciles.
Pero ¿por qué he escrito este texto? ¿Para poner el foco en lo fácil que es crear una historia falsa en esta época de la posverdad plagada de herramientas de Inteligencia Artificial generativa? En realidad, no. La verdad es que este texto no tiene ningún objetivo tan serio, tan ambicioso, tan pretencioso.
Solamente buscaba crear una historia desenfadada con la que me divirtiera durante el proceso y provocara alguna sonrisa a los lectores cuando la leyeran.
Si contigo lo he logrado, me alegro enormemente.
En cambio, si no ha sido así, te pido disculpas.
Aunque te recuerdo que como dice el famoso proverbio budista (o no): «Cuando el agua fluye en todas las direcciones, ninguna decisión es la acertada».
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