El agua más limpia (Parte 1)
(Este texto corresponde a la sección de Reportajes, que, como su propio nombre indica, contiene reportajes sobre deportistas, clubes o cualquier aspecto relacionado con el deporte)
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A la espera de su regreso a los terrenos de juego tras ser intervenido el pasado 9 de noviembre de una rotura de menisco interno en su rodilla izquierda, la aparición desde la temporada pasada en el mundo del fútbol de Ansu Fati ha sido una de las irrupciones más fulgurantes del deporte en los últimos tiempos.
Aprovecho que el jugador del F.C. Barcelona, aunque emigrado a España, nació en Guinea-Bisáu hace poco más de 18 años para activar el afro-radar de Alberto Edjogo-Owono, exfutbolista, comentarista en Gol Televisión y autor del libro Indomable: Cuadernos del fútbol africano, y viajar de su mano hasta esa zona de África.
Guinea-Bisáu, un país pequeño y pobre
Escribe Alberto Edjogo-Owono en su libro Indomable: Cuadernos del fútbol africano que en el oeste africano, en la parte más occidental del continente, “grandes urbes están en permanente ebullición a causa del comercio trepidante de productos agrícolas, minerales extraídos de unas tierras especialmente prolíficas y materias primas para el sector textil”. Y continúa: “Acra, Abiyán, Lagos o Bamako son gigantes destinados a ser el motor económico de su territorio”. Sin embargo, también allí, esos países de grandes ciudades comerciales y amplias fronteras como Senegal, Malí, Guinea, Costa de Marfil, Ghana, Nigeria o Camerún se entremezclan en el mapa con otros países de menor extensión, especialmente a orillas del Océano Atlántico. Es el caso de Guinea Ecuatorial, Benín, Togo, Liberia, Sierra Leona o Gambia, pero sobre todo de Guinea-Bisáu, uno de los países más pequeños del mundo.
Con una superficie de 36.125 kilómetros, un archipiélago de más de un centenar de islas y una población de poco menos de dos millones de personas, Guinea-Bisáu, que alcanzó su independencia en 1974 después de ser una colonia portuguesa hasta un año antes, no es solamente uno de los países más pequeños del mundo, sino también uno de los más pobres y, según el Índice de Desarrollo Humano elaborado por Naciones Unidas, uno de los países de todo el planeta con peor calidad de vida para sus habitantes. Su PIB per cápita, de hecho, se situó en 646 euros en 2018, mientras que los indicadores utilizados por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional cuentan que casi el 70% de sus habitantes vive por debajo del umbral de pobreza y que el 25% de ellos padece desnutrición crónica.
No en vano, Guinea-Bisáu, un territorio llano que nunca supera los 300 metros de altura, es prácticamente rural en su totalidad y en el que el portugués, su idioma oficial, apenas es hablado por poco más del 20% de su población (en cambio, el kiriol, criollo derivado del portugués, es hablado por más del 40% de una población que también utiliza otros idiomas nativos como, entre otros, el soninke, el pepel, el mandinga, el ejamat, el kobiana, el bayote, el balanta-kentohe, el basary pulaar o el badjara), todavía se está recuperando de la guerra civil que sufrió a finales de la década de los noventa y de los recurrentes golpes de estado que ha sufrido. Y, claro, Guinea-Bisáu, una de las tres guineas de África, en este caso, la de ascendencia portuguesa (como Angola, Mozambique o Cabo Verde), también cuenta con sus propias peculiaridades: “Gran parte de su territorio es costero, pero ni aun así es de los países más desarrollados de la zona. Tiene una gran parte de la población que vive sin grandes lujos”, recuerda Edjogo-Owono. Y finaliza: “Por posición geográfica se estila mucho la religión musulmana, por estar cercano a Senegal, pero los países lusófonos no son afines a la religión musulmana, que en Guinea-Bisáu profesa alrededor del 50% de su población”.
Foto: National Geographic
En el fútbol no aparece en el mapa africano hasta los años más recientes
Unas peculiaridades que también se pueden trasladar al mundo del fútbol, un deporte en el que Guinea-Bisáu aparece exponencialmente lejos de Nigeria, Camerún, Senegal, Costa de Marfil o Ghana, las selecciones más reconocidas del oeste africano. No en vano, el combinado bisauguineano no ha participado nunca en un Mundial y sus mayores éxitos se corresponden a la época más reciente merced a sus dos primeras clasificaciones para la fase final de la Copa Africana de Naciones. Primero, en el año 2017, la selección de Guinea-Bisáu terminó campeona del grupo E de clasificación, que le enfrentó al Congo, Zambia y Kenia, y, ya en la fase final disputada en Gabón, terminó última del grupo A después de empatar contra el combinado anfitrión en el partido inaugural y de perder contra Camerún y Burkina Faso. Dos años después, la selección de Guinea-Bisáu volvió a ser campeona de un grupo de clasificación que incluía a Namibia, Mozambique y Zambia, pero, en la fase final disputada en Egipto, los bisauguineanos volvieron a quedar últimos de su cuadrante tras perder contra Ghana y Camerún y empatar a cero con Benín.
“Nunca ha sido una potencia futbolística en África. No tiene esa tradición. En las dos últimas ediciones de la Copa de África sí que ha estado clasificada, pero también es verdad que la Copa de África va ampliando el cupo, en la última edición fueron 24 equipos, y eso facilita que entren otras selecciones”, mantiene Edjogo-Owono sobre el equipo entrenado por Baciro Candé. Pero añade: “En las dos últimas ediciones de la Copa de África sí que ha aparecido y eso seguramente sea un motivo de orgullo para el país porque se ha metido en el mapa futbolístico y eso siempre es importante en el continente negro”.
Según Edjogo-Owono, “a la selección de Guinea-Bisáu, al menos en las fases finales de esas ediciones de la Copa de África, le gustaba jugar con un 4-4-2, con los dos hombres del centro del campo de las bandas metidos por dentro, haciendo un poco de enlace”. Y explica: “Se encontró con rivales que eran superiores, por lo tanto, no podía desplegarse tanto en ataque y se dedicó básicamente a defender de la manera que pudo. Recuerdo un partido contra Camerún en el 2019 en el que la selección de Seedorf y Kluivert le barrió en el campo. Guinea-Bisáu no es una selección potente en el físico, ni ordenada, ni rigurosa. En un partido en el que hay que pasar mucho tiempo defendiendo no lo va a hacer bien porque le cuesta muchísimo mantener esa estructura defensiva y no tiene ese punto de agresividad que tienen otros equipos de la zona. Es difícil que pueda competir contra rivales de ese nivel”. “Quizá en las fases de grupos al jugar muchos partidos en casa y donde los equipos grandes puedan estar más distraídos puede tener algo más de lucimiento. Jugadores como Piqueti sí que habían destacado en esas fases finales de la Copa de África, pero a nivel defensivo no daba el nivel, era imposible que pudiera competir con Camerún, con Ghana, porque cuando apretaban un poco a nivel ofensivo no eran capaces de mantener esa estructura, los hombres de banda se quedaban muy colgados y la defensa se quedaba muy expuesta”, concluye.
Foto: Gabriel Bouys / AFP / Getty Images
Casi ningún futbolista de relumbrón
“Los futbolistas de Guinea-Bisáu no son especialmente conocidos”, insiste Edjogo-Owono sobre una nómina de jugadores que son en su amplia mayoría hijos de bisauguineanos nacidos ya en países europeos tras la inmigración de sus padres y que aparecen difuminados en una lista de equipos de media tabla de citadas ligas europeas como las de Portugal, Francia o España, pero también en destinos más exóticos. Es el caso del citado Piqueti (del Al-Shoalah FC de Arabia Saudí), de Zezinho (ahora en el Marsaxlokk FC de la segunda división de Malta después de haber sobresalido en la cantera del Sporting de Portugal e, incluso, haber llamado la atención del Manchester City), de Jonas Mendes (portero del Black Leopards sudafricano), de Pelé (pivote del AS Mónaco cedido en el Rio Ave portugués), de Moreto Cassamá (la perla del Stade Reims formada entre el Sporting y el Porto), del veterano delantero Frederic Mendy (y sus 194 centímetros de altura) o de Toni Silva (que pasó por las categorías inferiores del Benfica y del Liverpool y que actualmente está sin equipo tras salir del Taraz de Kazajistán) y también de algunos futbolistas de la Segunda División española. “En la Liga SmartBank hay algunos que por nacionalidad podrían entrar como seleccionables o alguno que ya lo han sido como Marcelo Djaló, el central del Lugo; Claudio Mendes, un atacante de la U.D. Las Palmas que es español, pero tiene esas raíces y quizá en algún momento puede decidir jugar con la selección; o el nuevo fichaje del Alcorcón, Embalo, que tiene la nacionalidad portuguesa y de Guinea-Bisáu y juega con la selección de Guinea-Bisáu”, explica Edjogo-Owono. Y profundiza: “Futbolistas de relumbrón no hay muchos. Es cierto que hay algunos jugadores que destacan un poco más, el caso de Nanú, el defensor del Oporto; o de Alfa Semedo, que pasó por el Espanyol sin pena ni gloria, de hecho, no estuvo nada bien; o de Baldé, que juega en Dijon en la Ligue 1 y ha pasado por las categorías inferiores de Sporting de Portugal”. “Todos esos deportistas tienen doble nacionalidad, con dos pasaportes, y eso dificulta a veces la elección. Con doble pasaporte, el que más o menos es capaz de dar el salto, el que más o menos es capaz de dar el nivel, va a jugar con la selección portuguesa sin pasar por la de Guinea-Bisáu”, completa.
En cualquier caso, Edjogo-Owono también encuentra razones para relativizar el escaso nivel de los jugadores bisauguineanos: “En África lo que pasa es que Senegal tiene millones de habitantes, Ghana también, Nigeria también, pero Guinea-Bisáu tiene apenas un millón de habitantes. Sacar talento de ahí es difícil y muchas veces tienes que recurrir a los hijos de bisauguineanos que se han ido de Guinea-Bisáu a Portugal. Es difícil tener un denominador común de perfil de futbolista”, analiza. Y sentencia: “El nivel que tiene la selección de Guinea-Bisáu está para entrar en el puesto veinte de África, o el 18 o el 22. Bastante lejos de Senegal, de Ghana, de Camerún, de Nigeria, pero también es lógico: es un país pequeño y es difícil pedirle nivel a futbolistas así. El nivel real se indica en cuántos futbolistas de Guinea-Bisáu están jugando en las cinco grandes ligas de Europa. Hay muy pocos”.
(Continuará…)
Foto: Europa Press
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En este texto he utilizado referencias de Cadena Cope, el libro Indomable: Cuadernos del fútbol africano y The Athletic.
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Suelo escribir siempre con música, así que he decidido que voy a poner alguna de las canciones que ha sonado mientras estaba escribiendo el texto. Como, por ejemplo, ésta: