2 Comentarios

Me enamoré de Baggio cuando apenas tenía 5 años y alucinaba viendo jugadores extranjeros en la tele. Ese aspecto de un tipo con perilla, una trencita, melenita... Era todo muy llamativo para mí, y cuando le veía hacer las cosas que hacía, me quedaba mirando como si fuera lo normal. Lo que pasa es que luego seguía viendo fútbol, y el resto de jugadores, además de no molar tanto como él, no podían hacer esas cosas tan asombrosas que él hacía. Y claro, un chavalín que empezaba a ver deporte, se empezó a ilusionar con el mago italiano.

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Era muy bueno, Carlos. En este caso, la memoria no nos edulcora el pasado. Era maravilloso verle jugar.

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