Mantener la portería a cero
En el inicio de la retransmisión televisiva de la primera etapa de la Vuelta a España, el periodista Carlos de Andrés y el comentarista Pedro Delgado hicieron una introducción en la que defendieron que lo mejor que le había podido ocurrir a esta edición de la ronda ciclista española es que los grandes favoritos de la actualidad no acudieran a disputarla, ya que su renuncia aumentaba la competitividad de la prueba debido a la igualdad existente entre los corredores de la clase media.
Evidentemente, entre esos grandes favoritos destacaba la ausencia de Tadej Pogaçar, ganador de las últimas ediciones del Giro de Italia y del Tour de Francia, quien había renunciado a poder convertirse en el primer ciclista de la historia en vencer en un mismo año las tres carreras de 21 etapas más importantes del calendario mundial.
Desde un punto de vista emocional, tanto las declaraciones de Carlos de Andrés y Pedro Delgado como la renuncia de Tadej Pogaçar no encuentran un respaldo contundente. Al contrario: históricamente, el deporte se ha vertebrado desde las gestas de sus leyendas inmortales, de sus colosales campeones. De esas gestas parten todos los sentimientos que convierten al deporte en un espectáculo adictivo, desde la imprevisibilidad a la épica, el heroísmo a la tragedia o la genialidad al desengaño.
Sin embargo, desde una vertiente racional, las declaraciones de Carlos de Andrés y Pedro Delgado, así como la renuncia de Tadej Pogaçar, sí que explican a la perfección el estado actual por el que transita el deporte profesional.
Pongamos el ejemplo del fútbol. Mayoritariamente, los aficionados disfrutan con las acciones ofensivas, con los jugadores talentosos, con partidos en los que se marcan muchos goles. En cambio, la ciencia demuestra que lo que equilibra el juego, lo que le concede realmente emoción, es justamente lo contrario, mantener la portería a cero.
«Lo que hace especial y excitante al fútbol es que no hay muchos goles. Puede que no estés de acuerdo con esa afirmación, puede que pienses que un partido de fútbol es mucho más divertido cuando se meten muchos goles, pero si quieres entender de qué va realmente el fútbol necesitas entender lo realmente valioso que es un único gol», apuntó este año en un vídeo Chris Anderson, profesor de la London School of Economics and Political Science y coautor, junto con David Sally, del libro The Numbers Game: Why Everything You Know About Football Is Wrong.
Según demuestran los estudios estadísticos, en un partido de fútbol, una portería a cero tiene exactamente el mismo valor que marcar dos goles, por lo que es infinitamente más importante contar con un excelente entramado defensivo en vez de un buen ataque (a no ser, claro, que tu ofensiva sea tan efectiva que siempre marque al menos dos goles en todos los partidos). «Evitar un gol es más valioso que marcar un gol porque evitar un gol te garantiza mantener tu portería a cero y sumar un punto, no perder el partido», recordó al respecto Anderson.
Foto: En este estudio llevado a cabo en las cuatro grandes ligas europeas durante las campañas 2009/2010 y 2010/2011 se demostró que los equipos tenían que marcar casi tres goles para tener los mismos puntos esperados que si mantenían su portería a cero. (5 added minutes).
El gol es el precio que mide el valor en el fútbol y, como su consecución tiene un coste muy alto, la forma de encontrar un beneficio mayor es reduciendo el número de goles. De hecho, en un partido con pocos goles o ninguno, otros factores aumentan su influencia, por ejemplo, sí, la suerte.
No me andaré con rodeos: si eres malo, o peor que tu rival, tienes notablemente más probabilidades de éxito, según la estadística, si mantienes tu portería a cero y sacas ventaja de esos otros factores secundarios que entran en juego. Ni siquiera hace falta ser Mourinho para saberlo, yo mismo puse en práctica esa teoría en un torneo de carácter amistoso, consciente de nuestra inferioridad ante los demás rivales. Perdimos la final en penalties, manteniendo la portería a cero, ganando cada partido entre prórrogas y otras tandas de penales.
Esta tesis es imprescindible de entender porque el deporte profesional ha avanzado a lo largo de los años siguiendo su enunciado al pie de la letra. La igualdad se ha alcanzado mediante sus protagonistas (en teoría) más débiles, que han encontrado la forma de aumentar las ineficiencias de sus antagonistas (en teoría) más fuertes para poder sacar ventaja de esos otros factores equilibrantes.
El elemento que mejor lo explica es la aparición de la figura del especialista. La proliferación de los defensores de perímetro sobre el jugador con balón en baloncesto o los pivotes medulares con despliegue físico y vocación recuperadora en el fútbol os hacen tener ya una idea bastante aproximada de lo que os estoy contando, pero seguro que lo entenderéis a la perfección si recurro a los especialistas más reconocibles de otro deporte, el béisbol: los lanzadores relevistas.
La evolución del béisbol, de hecho, se asemeja notablemente al desarrollo histórico del deporte profesional. Al principio, los lanzadores solamente servían para poner la pelota en juego… y ya. Los bateadores les decían el sitio en el que querían que se la mandaran para batear y ellos se encargaban de lanzarla a ese sitio. Sin embargo, con el tiempo, los lanzadores empezaron a utilizar trucos, efectos o trampas en sus lanzamientos, llevando las reglas más allá de sus límites, hasta que el béisbol se transformó en un deporte alrededor de la lucha entre un lanzador que no quiere que un bateador pueda batear la pelota que le lanza y un bateador que quiere batear con todas sus fuerzas la pelota que le lanza el lanzador a toda velocidad.
De esa batalla épica entre el lanzador y el bateador surgieron las leyendas inmortales del béisbol. Sobre el montículo, Walter Johnson, Sandy Koufax, Bob Gibson, Nolan Ryan, Tom Seaver, Roger Clemens, Greg Maddux, Randy Johnson, Pedro Martínez o Clayton Kershaw. Con el bate, Babe Ruth, Honus Wagner, Ty Cobb, Ted Williams, Stan Musial, Willie Mays, Henry Aaron, Roberto Clemente, Mickey Mantle o Barry Bonds. Hasta que llegó la estadística avanzada.
Foto: Como se puede comprobar en esta gráfica con datos recopilados en FanGraphs, los resultados en los lanzamientos son mejores en una única entrada que en varias entradas lanzadas. (fivethirtyeight.com).
La lógica del razonamiento es aplastante: los datos demuestran que, si un lanzador se enfrenta por cuarta vez en un mismo partido a un bateador, el bateador aumenta exponencialmente sus probabilidades de golpear a la pelota con un mayor éxito. Por lo tanto, si quieres tener más posibilidades de ganar un partido de béisbol, la ciencia te recomienda que, a partir de la sexta o séptima entrada, mandes a descansar a tu lanzador titular y apuestes por tus lanzadores relevistas para completar las nueve entradas.
No en vano, los lanzadores relevistas son el ejemplo más clarificador de especialistas que minimizan la teórica ventaja de los rivales más fuertes en el deporte actual, ya que todos ellos proceden del mismo molde tecnológico y fisiológico, el que crea lanzadores robotizados capaces de superar los 150 kilómetros por hora en cada uno de sus lanzamientos. El resultado de esta situación también cuenta con una lógica aplastante: en la temporada de 1954, hace exactamente 70 años, el 34% de los encuentros de Las Mayores fueron completados por el lanzador titular. Sin embargo, en lo que llevamos de esta campaña 2024, ese porcentaje de partidos completados por el lanzador titular ni siquiera alcanza el 0,10%.
Foto: Los lanzadores titulares de béisbol han pasado de lanzar de media las nueve entradas de un partido al principio del siglo XX a poco más de cinco entradas ya en el siglo XXI. (Baseball-Reference).
Si lo que buscas como aficionado es igualdad, es bastante probable que el deporte profesional actual te lo conceda (a no ser que Ben O’Connor se escape camino de Yunquera y saque seis minutos al pelotón).
Pero si lo que te apasiona es que Tadej Pogaçar o cualquier otra leyenda inmortal se convierta en el primer ganador en un mismo año de la historia de las tres grandes vueltas de tres semanas, lo mejor es que te pongas a ver una película clásica del pasado.
El deporte profesional actual odia Hollywood y no busca alcanzar el clímax dramático de la narración.
Parafraseando al periodista Joe Posnanski, en el deporte profesional actual, cada día delante de millones de espectadores, Luke Skywalker es enviado al banquillo antes de que llegue su gran pelea con Darth Vader.