El agua más limpia (Parte 2)
(Este texto corresponde a la sección de Reportajes, que, como su propio nombre indica, contiene reportajes sobre deportistas, clubes o cualquier aspecto relacionado con el deporte)
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(Aquí puedes leer la parte 1 de este reportaje)
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El viaje de dificultad extrema hacia su sueño
A orilla del río Casamanza, cerca de la frontera entre Senegal y Guinea-Bisáu, se encuentra la ciudad de Sédhiou. Dakar, la capital y ciudad más poblada de Senegal, se sitúa cuatrocientos kilómetros más al norte después de tener que atravesar todo un país entero, Gambia. Sadio Mané, el delantero senegalés del Liverpool, seguro que lo sabe bien: es el camino que realizó siendo menor de edad, a pesar de la prohibición de su padre, para ingresar en la Académie Génération Foot y así poder tener una mínima posibilidad de intentar continuar persiguiendo su sueño de ser futbolista profesional.
La historia de Ansu Fati, por su parte, también comienza con una emigración, en este caso, la de su padre Bori, que abandonó Guinea-Bisáu en el año 2002, meses antes de que su esposa María de Lurdes Vieira diera a luz al propio Ansu, en busca de una posible vida mejor para su familia, primero (durante cuatro años), en Portugal y, después, en Marinaleda. Precisamente, fue en Herrera, a apenas diez kilómetros de la citada localidad sevillana, donde Ansu Fati (y el resto de la familia que había permanecido en Guinea-Bisáu) se asentó con su padre en 2009 cuando llegó por primera vez a España con apenas seis años de edad. Prácticamente acto seguido, el actual futbolista del F.C. Barcelona, aquel niño que no paraba de jugar al fútbol con un balón hecho por él mismo con calcetines cuando todavía vivía en Guinea-Bisáu, empezó a destacar en la Escuela de Peloteros de la propia Herrera, en el Sevilla y en la cantera azulgrana.
Tal vez sea ese viaje, esa dificultad extrema por conseguir su sueño, incluso hasta arriesgar su propia vida, lo que convierte a los jugadores africanos en futbolistas tan diferentes y especiales.
“Es un debate muy interesante el de la dificultad del africano para llegar y si eso repercute en su rendimiento o en su hambre posterior. Hay dos tipos de futbolistas africanos: el que cuando ya tiene un estatus se acomoda, el que cuando consigue llenar el estómago y toca su límite pierde ambición, y el que muestra hambre continuamente como es el caso de Sadio Mané, que tuvo que recorrer kilómetros a escondidas de su familia para desarrollarse en la escuela de Dakar y a partir de ahí hacer carrera en Europa”, teoriza Edjogo-Owono. Y añade: “En África, como bien me dijo Samuel Eto’o en una entrevista que le hice hace poco, todo cuesta. Cuesta el doble. Todo es muy difícil, las instalaciones, el material, muchos jóvenes que tienen que trabajar para llevar dinero a sus familias, muchas familias muy numerosas, muchas bocas que alimentar y eso siempre dificulta mucho”. “¿Cuánto talento se habrá quedado por el camino? ¿Cuántos futbolistas africanos no habrán tenido esa oportunidad de tener buenas instalaciones, de poder jugar torneos internacionales para que les vean?”, se pregunta.
Sin embargo, como apunta Edjogo-Ewono, “ese camino, que es largo y escabroso, hace que cueste más llegar, pero una vez llegas hace que aprecies todo mucho más”.
Por ello, Edjogo-Owono se acuerda inmediatamente de George Weah, el pionero: “George Weah abrió el camino”, concede. Y rememora: “Estaba jugando en liga camerunesa con 22 años y Le Roy, que era el seleccionador de Camerún, rastreando la liga local le vio jugar. Llamó a Arsène Wenger para que le hiciera una prueba y se fue Weah rumbó a Mónaco, enamoró a Wenger e hizo una carrera buenísima en Europa hasta convertirse en el único africano en levantar el Balón de Oro”.
“Hablando con Gerard Nus, que había sido segundo entrenador de Avram Grant en Ghana en dos ediciones de la Copa de África, en la del 2015 y en la de 2017, explicaba que quizá en Europa los chavales más acomodados, los que lo tienen todo, los que no pasan por ningún tipo de dificultad, no ponen tanto empeño, no sacrifican tanto, no están dispuestos a perder la comodidad por jugar al fútbol y en África sí”, continúa. Y cierra: “[En África] El fútbol es una vía de escape no sólo para ti, sino también para tu familia que confía en que hagas una buena carrera para que les ayudes a evolucionar, a crecer, en un panorama complicado”.
Foto: Getty Images
El futbolista poliédrico
En el prólogo de Indomable: Cuadernos del fútbol africano, el exsevillista Frédéric Kanouté, de ascendencia maliense, asegura que en África “no solo compites para ganar, compites para hacer feliz a la gente” y Ansu Fati cumple a la perfección con esa sentencia. O como lo resume el propio Edjogo-Owono varias páginas más adelante: “Jugar para la gente, esa es la esencia del fútbol africano”.
Con apenas 18 años de edad, Ansu Fati, a la espera de ver el nivel con el que regresa tras la rotura de menisco interno en su rodilla izquierda de la que no termina de recuperarse, se ha convertido en una realidad a base de combinar lo mejor de la alegría del fútbol africano que corre por su sangre (desparpajo, regate, rapidez, imaginación, habilidad, valentía) y del academicismo del fútbol europeo en el que se ha formado (es receptivo al aprendizaje, tiene ganas de entrenar y de mejorar, y cuenta con inteligencia táctica). Ansu Fati encara, asiste y marca, mientras se presenta humilde dentro y fuera del terreno de juego en su camino por convertirse en uno de los mejores jugadores del mundo. Por ahora, en menos de medio centenar de partidos oficiales como profesional (43 con el F.C. Barcelona y 4 con la selección española), el hispano-bisauguineano ya ha batido todos los récords de precocidad: es el jugador más joven en debutar con el F.C. Barcelona desde 1941 y el goleador más precoz de la historia del conjunto azulgrana al anotar su primer gol con 16 años y 304 días, pero también es el goleador más joven de la historia de la Champions League con 17 años y 40 días, y el goleador más joven de la historia de la selección española con 17 años y 311 días. Y, en efecto, la sensación de que desde hace unos meses estamos viendo el nacimiento de uno de esos pocos futbolistas diferenciales y generacionales es todavía más aplastante que sus estadísticas.
“Ansu Fati es un futbolista poliédrico, es un futbolista que tiene muchos matices, muchas variantes”, especifica Edjogo-Owono. Y lo explica: “Para mí su mayor virtud es la inteligencia que tiene, controla muy bien el tiempo, controla muy bien el espacio, sabe en qué zonas puede recibir, en qué zonas puede estirar al equipo. Entiende muy bien el juego, que eso es algo extraño en un jugador tan joven. Lo normal en un chico de 16, 17, 18 años es que sea explosivo, que sea alegre en su juego, algo despistado en las tareas tácticas, pero él es muy disciplinado en ese sentido”. “Entiende muy bien que a veces tiene que estirar el campo para abrir al equipo, que tiene que quedarse en banda para recibir, que tiene que esperar para ser el futbolista en el que se apoye el tercer hombre… Todo ese tipo de cosas de diligencia táctica le da un plus”, insiste.
Además, Edjogo-Owono considera que Ansu Fati también “tiene un colmillo muy afilado, tiene mucho olfato para intuir donde hay peligro, donde hay gol”. “Te puede rematar con la cabeza, te puede rematar con la derecha, con la izquierda, te puede rematar tirando un recorte hacia dentro y tirando al palo largo, te puede rematar entrando en segunda línea, te puede rematar pisando el área, te puede rematar atacando al primer palo… Tiene muchas variantes ofensivas para poder hacerte gol”, analiza. Y completa: “Me parece que es su gran virtud porque lo que más dinero cuesta en el fútbol es el gol y él lo tiene. Esas virtudes tácticas y ese colmillo afilado, ese instinto goleador en los metros finales, seguramente sean sus grandes virtudes”.
De hecho, a Edjogo-Owono le cuesta encontrar defectos a Ansu Fati: “Defectos tiene como tienen todos y siendo tan joven seguramente también los puede tener, pero a mí me parece que es un futbolista que en espacios reducidos se maneja muy bien, que maneja las dos piernas, que dribla por los dos perfiles, que tiene mucha personalidad y no sabría decirte un defecto”, se sincera. Y añade: “Quizá el retorno defensivo. Pero es jovencísimo y cuesta verle defectos porque por ahora todo lo que ha hecho lo ha hecho a gran nivel”.
Por eso, Edjogo-Owono considera que “el futuro es suyo”. “Vamos a ver cómo se recupera de esa lesión de rodilla, que es importante que se recupere bien, que vuelva con fuerza, con ganas y con ilusión”, concede. Y cierra: “De las irrupciones jóvenes de los últimos tiempos está en el top cinco. Tan joven, con esa mentalidad, en un Barça muy complicado porque su situación no es nada sencilla, en un club tan exigente… El futuro es suyo, veamos hasta dónde es capaz de llegar”.
El futuro es suyo.
O, dicho a la manera de un proverbio africano, “aquellos que llegan antes al río encuentran el agua más limpia”.
Foto: Getty Images
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En este texto he utilizado referencias de Cadena Cope, el libro Indomable: Cuadernos del fútbol africano y The Athletic.
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Suelo escribir siempre con música, así que he decidido que voy a poner alguna de las canciones que ha sonado mientras estaba escribiendo el texto. Como, por ejemplo, ésta: