Y si la final del Este hubiera sido Heat contra Pacers
I. Si la pandemia del coronavirus COVID-19 no hubiera provocado la suspensión de la NBA en el pasado mes de marzo desde esta misma semana estaríamos presenciando las finales de conferencia, así que no se me ocurre una idea mejor para empezar esta nueva sección llamada Ficción 101 que apostando por dos finales de conferencia con equipos alternativos a los que todos nosotros esperábamos que estarían jugándose su clasificación para la final de la NBA en estas fechas (Lakers, Clippers y Bucks, casi exclusivamente; el cuarto saldría, posiblemente, del teórico enfrentamiento entre los Raptors y los Celtics) y, además, aportando una serie de argumentos para intentar convenceros de que mi apuesta condicional podría trasladarse perfectamente a la realidad.
No sé si conseguiré mi objetivo, pero no creo que pase nada malo porque, mientras tanto, lo debatamos, así que allá voy: ¿y si la final del Este hubiera sido un Miami Heat contra Indiana Pacers?
En primer lugar, la apuesta por los Miami Heat parece más o menos clara: Pat Riley y Erik Spoelstra vieron la ventana de oportunidad este año y se lanzaron completamente a por ella. De hecho, a nivel de plantilla los Heat cumplen perfectamente con la estructura de un equipo que puede ser campeón: una estrella contrastada (Butler), una segunda estrella en ascenso que ya es una realidad en el presente (Adebayo), un tercer tirador anotador (Herro), secundarios experimentados (Dragic, Iguolada y Crowder), jugadores jóvenes de rol en continua evolución (Robinson y Nunn) y algún que otro nombre que puede aportar en sus presumiblemente escasos minutos en postemporada (Olynyk y sus buenos porcentajes en el tiro de tres, especialmente tras la baja de Meyers Leonard, si bien este último podría estar ya de nuevo en la cancha tras recuperarse de su lesión). Además, el conjunto de Miami es un equipo realmente bien entrenado que puede plantear diferentes situaciones en los encuentros, algo de vital importancia en las series de playoffs: más tiro exterior con Herro y Robinson o más intensidad con Iguolada y Crowder.
En cualquier caso, realmente los dos argumentos por los que apuesto en este hipotético texto por los Miami Heat como uno de los equipos de la final de la conferencia Este son los siguientes:
Adebayo como elemento desestabilizador: el pívot de los Heat ha demostrado esta temporada que es un jugador que puede hacer de todo, con un buen juego de pies, que anota, rebotea y asiste, y, sobre todo, que puede defender a cualquier rival, incluso a los jugadores exteriores con los que se queda tras el cambio en el bloqueo. En mi cabeza, Adebayo es la clave de los Heat para eliminar a los Bucks y clasificarse gracias a su marcaje a Antetokounmpo en las hipotéticas semifinales de conferencia en el Este.
Cuando llegó la suspensión en la temporada regular de la NBA, los Heat estaban atravesando por evidentes problemas defensivos, pero mi segundo argumento es, precisamente, su defensa: cuentan con dos defensores de primera calidad (Butler y Adebayo) y con otros dos jugadores capaces de aumentar la intensidad defensiva cuando llega la postemporada (Iguolada y Crowder). Y, especialmente, mi argumento aquí se centra en la capacidad de Spoelstra, sin duda, uno de los mejores entrenadores de la competición en la parcela defensiva. Los datos nos dicen que los Heat son esta temporada el conjunto que más tiempo ha pasado en los partidos defendiendo en zona, lo que puede traducirse cuando llega la postemporada en una mayor capacidad para adaptarse a muchas situaciones diferentes.
Y en esta NBA actual creo que la adaptación va íntimamente ligada con la creación de un equipo campeón.
Foto: Michael Reaves/Getty Images
II. Sin duda, meter a los Pacers en la final de conferencia del Este es una apuesta bastante más arriesgada que la de los Heat, pero seguro que también tendrían sus oportunidades de conseguirlo porque el conjunto de Indiana es esa franquicia en la que los jugadores van y vienen y el equipo siempre gana: en las últimas diez temporadas, los Pacers han pasado de ser la escuadra de Paul George (le draftearon en el curso 2010-11) entrenada por Frank Vogel (asumió el cargo un año después, en la 2011-12) a ser la escuadra de Victor Oladipo entrenada por Nate McMillan sin apenas dejar de viajar a la postemporada (únicamente se la perdieron en el curso 2014-2015, la campaña en la que Paul George casi no jugó tras romperse la pierna derecha). Sin ir más lejos, esta misma temporada perdieron a seis de sus ocho jugadores más utilizados (Bojan Bogdanovic, Darren Collison, Tyreke Evans, Cory Joseph, Wesley Matthews y Thaddeus Young) y tuvieron a su máxima estrella lesionada casi todo el curso (Oladipo) y, sin embargo, encontraron jugadores (Malcolm Brogdon, Justin Holiday, Jeremy Lamb, T.J. McConnell y T.J. Warren) y argumentos para incluso mostrar una versión todavía mejor que la anterior.
Por ello, claro, los Pacers también cuentan con argumentos para estar en esa hipotética final de la conferencia Este:
El nivel de Oladipo: después de un año lesionado y regresar mediada la competición, cabe suponer que la máxima estrella de los Pacers conseguiría alcanzar su mejor nivel con la llegada de la postemporada y así podríamos volver a ver a ese jugador pleno de velocidad y agilidad. Los datos de sus dos años anteriores en Indiana nos cuentan que Oladipo es el protagonista del 30% de las posesiones de su equipo cuando está sobre la cancha, así que un Oladipo en su mejor versión supondría para los de McMillan poder regresar a esos ataques que generan espacios desde su superioridad física en el uno contra uno y que tan buenos resultados les dio en buena parte del curso 2018/2019.
Mayores soluciones en ataque: sin embargo, lo que, a mi juicio, convierte a los Pacers en un equipo más peligroso que el de la pasada campaña es que han encontrado una mayor variedad de soluciones ofensivas, con Brogdon liberado como creador de juego, Sabonis generando puntos y pases desde el bloqueo y secundarios aportando confusión al rival por su imprevisibilidad (Warren rehusando al triple y atacando el aro cuando recibe liberado en la esquina, McConnell huyendo de la penetraión y el pase y lanzando desde medio rango en el pick and roll, etc.). Si a ello le unimos la protección del aro de Turner en su propia canasta, el resultado no suena nada mal.
La mejor segunda unidad: no sé si sería un argumento importante cuando llega la postemporada y los minutos se reducen a rotaciones más bajas, pero las estadísticas nos dicen que la segunda unidad de los Pacers (Aaron y Justin Holyday, McConnell, McDermott y Sabonis) es una de las mejores de la competición y que siempre supera en anotación a sus rivales. Además, los hermanos Holiday también suponen un plus en la vertiente defensiva.
Tal vez a los Pacers no les bastaría con esos argumentos para pasar de ser un equipo ganador a uno campeón, pero, con la mejor versión de Oladipo y manteniendo el nivel que mostraron sin él, sí que pasaría a ser un conjunto con argumentos para competir contra cualquier otro equipo de su conferencia, fuera el que fuera e incluidos los Bucks y los Raptors.
Y si la final del Oeste hubiera sido Rockets contra Mavs
III. Sigo: ¿y si la final del Oeste hubiera sido un derbi texano entre Houston Rockets y Dallas Mavericks?
A ver, estoy todo el rato escribiendo argumentos ficticios y valientes, así que a mitad de camino no me puedo detener, permitir que el conservadurismo se apodere de mí y dejar sin presencia en la final de su conferencia al equipo más radical de esta temporada, los Houston Rockets y su revolución anti altura. Lo cierto es que, además, el conjunto de Mike D'Antoni encuentra argumentos más que de sobra para poder imaginarle luchando por el título, prácticamente el mismo número de argumentos que para poder defender lo contrario. Pero este texto es ficticio y va de lo primero, así que me dispongo ahora mismo a ello:
Buena defensa en transición de un equipo capacitado para robar el balón: cuando apuestas por una alineación titular con un pívot de 196 centímetros de altura (P.J. Tucker) es evidente que estás avisando de que tus partidos van a ser vertiginosos, llenos de posesiones y de decisiones rápidas. En ese contexto, todos conocemos las debilidades de estos Rockets (muchos puntos concedidos, problemas para cerrar el rebote defensivo, etc.), pero también sus virtudes: excelente defensa en transición en un conjunto capacitado para robar el balón en la primera línea del ataque rival y repleto, tras la llegada de Covington, de buenos defensores exteriores. Traducción: si los Rockets aumentan sus robos y minimizan sus pérdidas pueden ganar a cualquier rival.
Lo que genera el uno contra uno de Harden: es más o menos aceptado por todos que Harden es el mejor (o uno de los mejores) jugador de la competición en el uno contra uno cuando se encuentra aislado en una parte de la cancha y parece también más que obvio que la capacidad de generar de Harden en ese tipo de jugadas en un equipo que tiende a lanzar más de la mitad de sus lanzamientos desde más allá del arco puede traducirse en una magnífica cantidad de puntos cuando los porcentajes de lanzamiento del equipo sean aceptables, más o menos acordes a las estadísticas promedio. Y, básicamente, el baloncesto va de eso, de anotar más puntos que tu rival.
La adaptación de Westbrook: todos aquellos que creímos que Westbrook iba a ser contraproducente para el ataque de los Rockets no podemos nada más que reconocer nuestros errores porque el nivel que mostró el exjugador de los Thunder en la parte final de la temporada antes de que se suspendiera es sencillamente espectacular. Westbrook, aunque pueda parecer increíble, se adaptó a lo que su equipo necesitaba y empezó a dejar de tirar tiros de amplio rango (sus porcentajes son muy malos) para jugar hacia el interior, aprovechando el espacio libre que deja su equipo, acostumbrado a jugar con la mayoría de sus jugadores más allá de la línea de tres. Desde siempre, Westbrook ha sido un jugador genial en la transición y en el uno a uno cuando recibe el balón dentro de la línea de tres, por lo que su capacidad de adaptación permite a los Rockets contar también con puntos desde la zona y, especialmente, listar una nueva y necesaria amenaza ofensiva cuando las defensas se cierren sobre Harden, la primera amenaza ofensiva de los Rockets.
Match ups complicados: hoy por hoy, pocos o ningún equipo de la competición pueden presentar match ups más complicados para sus rivales que los Rockets y esto me parece completamente importante para que un equipo aumente sus opciones de victoria (el ejemplo más evidente es: ¿quién y cómo se defiende a Antetokounmpo?). Con una alineación en la que su pívot mide 196 centímetros, los Rockets te están invitando a jugar con jugadores bajos, pero eso no va a funcionar en casi ningún equipo, ya que no se puede cambiar a última hora todo el trabajo por el que has apostado a lo largo de toda una temporada. Entonces, ¿hay que defender en estos nuevos Rockets a Westbrook con un jugador interior? La lógica, una vez vista la adaptación del base del equipo texano hacia la penetración e, incluso, el juego en el poste, podría hacernos creer que esa es una buena opción, pero, si apuestas por eso, los Rockets pueden planear un pick and roll continuo entre Westbrook y Harden en el que el jugador interior tiene que terminar defendiendo a Harden en el aclarado tras el bloqueo. A priori, eso no suena nada bien y no es más que la punta del iceberg en un equipo que está lleno de match ups difíciles de contrarrestar para poder detener un ataque con mucha capacidad para anotar.
Porque, y ese es el mayor argumento de todos, ese es el peligro verdadero de los Rockets, su ilimitada capacidad ofensiva.
Foto: Mike Stobe/Getty Images
IV. De los cuatro equipos escogidos, sin duda alguna los Dallas Mavericks son el conjunto más complicado de defender en su elección, así que me centraré única y exclusivamente en un argumento que se basa en la siguiente estadística: en la NBA actual, hay equipos en los que más del 40% de sus jugadas son pick and roll. Por lo tanto, allá va:
Doncic y Porzingis y el pick and roll/pick and pop: los datos nos dicen que Doncic y Porzingis son una de las mejores parejas de la competición tanto en el pick and roll como en el pick and pop y no me cuesta demasiado imaginarme a los Mavs aumentando exponencialmente en la postemporada su uso de jugadas de esos dos tipos. La clave ahí, evidentemente, es la calidad e inteligencia del esloveno que, pese a que todavía tiene a veces dificultades en su capacidad de decisión, siempre suele terminar encontrando soluciones: pase atrás para que Porzingis lance ante defensores más bajos, penetración a canasta ante defensores más lentos, asistencia a la esquina liberada cuando doblan defensores sobre él y un tercer defensor salta a por Porzingis… Cualquier cosa que se os ocurra y que aparezca en el abecedario del baloncesto, aquella que dirige a tu equipo hacia la victoria por el camino más sencillo y académico.
Porque si algo nos ha enseñado Doncic desde que era un adolescente de mejillas sonrojadas es que si hay que darle el balón a alguien nunca dudes en dárselo a él.
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Suelo escribir siempre con música, así que he decidido que voy a poner alguna de las canciones que ha sonado mientras estaba escribiendo el texto. Como, por ejemplo, ésta:
Genial texto
Lo mejor de Ficción 101, es que no podremos corroborar su veracidad... 😉