Virtuosismo en un arte perdido
(Este texto corresponde a la sección de Reportajes, que, como su propio nombre indica, contiene reportajes sobre deportistas, clubes o cualquier aspecto relacionado con el deporte)
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Después de destacar en el football de instituto en South Carolina y jugar tres temporadas en la Universidad de Stanford, periplo en el que mejoró de forma progresiva hasta sobresalir especialmente en su último curso, JJ Arcega-Whiteside fue seleccionado en el mes de abril del año pasado por los Philadelphia Eagles con el número 57 de la segunda ronda en el draft de la NFL. En el citado draft, el hispano-estadounidense fue el quinto receptor escogido en una edición en la que fueron seleccionados 28 receptores, 13 de ellos en las tres primeras rondas. Sin embargo, tras completar ya casi dos campañas en la máxima competición del football americano profesional, la aportación de Arcega-Whiteside en el ataque del conjunto de Pennsylvania ha sido y es prácticamente inexistente.
Por ello, gracias a la opinión de Rafa Catanovski, uno de los mejores analistas que existen de este deporte, y a los datos de Jesús Soler ‘Un mal kicker’, especialista en estadística avanzada, creo que es un buen momento para intentar en este reportaje entender el errático e intrascendente paso hasta el momento de Arcega-Whiteside por el football profesional.
Su superioridad en el College fue perjudicial
“Creo que todo el mundo NFL en España estuvo pendiente de JJ Arcega-Whiteside en Stanford. A mí, personalmente, me parecía uno de los receptores más físicos de la promoción. En College su capacidad para dominar a los cornerbacks en el catch point era muy evidente. Creo que, al final, esa gran virtud le supuso un impedimento para poder entrar en la NFL como un wide receiver más completo”. Esas primeras palabras de Rafa Catanovski sirven para empezar a contextualizar cualquier análisis que se pueda hacer del receptor hispano-estadounidense, determinante en el football universitario, pero desapercibido en el football profesional.
No en vano, sus números (2.219 yardas de recepción y 28 touchdowns en 33 partidos) y sus logros (elegido en el segundo equipo All-Pac-12 del año 2018) en su paso por la universidad californiana fueron sobresalientes, pero es que, además, las impresiones que dejó sobre el campo, con una continua y abrumadora superioridad sobre sus defensores, eran todavía mejores. Quizá eso, tal y como analiza Catanovski, fue, visto en perspectiva, contraproducente para su evolución: “El football universitario es un mundo extremadamente competitivo y esa habilidad de JJ Arcega-Whiteside era demasiado poderosa como para que Stanford no la utilizase hasta la náusea. Antes del draft pensaba que esa insistencia en incluirlo en determinados conceptos había provocado que no expandiese adecuadamente su árbol de rutas. Con el tiempo parece que esa es una de sus grandes limitaciones”, explica. Y prosigue: “Su mayor virtud, sin duda, era su capacidad para ganar unos contra unos divididos. Su fisicidad le permitía correr muy buenas rutas verticales, era un receptor muy difícil de redirigir en sus stems y lograba imponerse fácilmente en el catch point. Destacaba mucho también bloqueando en espacio. Realmente, su dominio físico del juego en College era patente y su tiempo en el Pro Day le ayudó mucho. Pero, como te comentaba, esa dominancia hizo que en Stanford no tuviese un árbol de rutas más amplio”.
Por ello, Catanovski, en sus análisis anteriores al draft de Arcega-Whiteside, llegó a considerar al receptor nacido en Utebo como “poco consistente técnicamente”. “En ocasiones corría rutas muy pulidas y otras veces se notaba como se aceleraba y se despreocupaba de su técnica en el top de las rutas, confiando en su capacidad de ganar balones divididos”, razona. Y sentencia: “Todo esto hizo que no llegase a la NFL siendo un buen receptor horizontal y con determinados manierismos en su route running que era obvio que le llevarían un tiempo pulir”.
¿Su rendimiento en la NFL? Totalmente desapercibido
Sin embargo, hasta el momento, Arcega-Whiteside no ha sido capaz de pulir esos defectos en su periplo por el football profesional. Sus números, de hecho, son bastante desesperanzadores:
En su primer año, el receptor de los Eagles anotó un touchdown y, en cambio, tuvo un drop en 10 recepciones de 22 targets (en total, un 45% de pases capturados) para 169 yardas en los 16 partidos que disputó.
En su segundo año, hasta la semana 14 de la competición, el WR hispano-estadounidense ha anotado un touchdown tras recuperar un fumble (y ha anotado también una conversión de dos puntos) y ha tenido un drop en dos recepciones de 5 targets (en total, un 40% de pases capturados) para 45 yardas en los 7 encuentros que ha disputado.
Al igual que los números, la tendencia de participación en el juego de Arcega-Whiteside, que no coge ni recibe un pase desde el pasado día 1 de noviembre en la victoria de su equipo contra los New York Giants (22-21), también se sitúa a la baja: si bien el primer año participó en el 42% de los snaps ofensivos de los Eagles, este año, previo paso por la lista COVID-19 (fue activado en dicha lista el pasado 9 de noviembre y no regresó a la lista de jugadores disponibles hasta el día 2 de diciembre), únicamente ha estado presente en el 11% de los citados snaps ofensivos de su equipo. “Su rendimiento en la NFL está siendo muy deficiente. Ha estado muy influenciado por su proceso de aprendizaje y por sus lesiones, pero a estas alturas ya debería haber encontrado un nicho en la rotación. Parece que Pederson ha perdido totalmente la confianza en él”, sugiere Catanovski, que encuentra argumentos para sus tesis en los datos de la estadística avanzada de Jesús Soler.
De hecho, entre los 335 receptores (wide receivers, tight ends y running backs) con un mínimo de veinte targets en las dos últimas temporadas en la NFL, Arcega-Whiteside se sitúa en el puesto 274º en yardas y en el puesto 292º en EPA total, una de las mejores estadísticas avanzadas para medir el rendimiento de un jugador de football. Mientras, en Air Yards, otra de las principales estadísticas avanzadas utilizadas para medir el valor de un receptor, su puesto, 167º, es ciertamente mejor en esa lista, pero se queda exponencialmente lejos de los jugadores más determinantes.
Porque lo cierto es que Arcega-Whiteside sale realmente mal parado en la comparación de su rendimiento con el resto de receptores (si bien, como recuerda Jesús Soler, existe cierto sesgo de selección, ya que ha tenido pocas oportunidades, la muestra es pequeña y, por ello, no se pueden marcar tendencias).
Por un lado, tal y como se puede apreciar en las gráficas de Jesús Soler, el jugador hispano-estadounidense se sitúa en los últimos puestos entre los receptores de su draft, tanto entre los 13 seleccionados en las tres primeras rondas (entre ellos, él mismo) como entre los 28 escogidos en total, ya sea en el retorno de la inversión o en producción en la recepción.
Asimismo, la situación no mejora para Arcega-Whiteside cuando la comparación es con el resto de receptores (wide receivers, running backs y tight ends) de su equipo que, como mínimo, han recibido al menos diez targets en las dos últimas temporadas: de nuevo, el receptor nacido en Utebo se sitúa en los últimos puestos tanto en el retorno de la inversión como en la producción en la recepción. “Te hacen pases muy difíciles, no rindes bien las primeras veces, por lo que te dan menos targets igual de difíciles y donde el fallo está más presente (porque al ser pocos son casi una moneda a cara o cruz) y te penaliza más. Es un círculo vicioso, por otro lado, muy común en la NFL”, sentencia al respecto Soler.
El ataque de los Eagles, muy deficiente
Precisamente, esas últimas gráficas de Soler demuestran que el ataque de los Philadelphia Eagles se centra especialmente en Zach Ertz y Dallas Goedert, sus tight ends, que son de largo los dos receptores de los de Pennsylvania que más pases han recibido en las dos últimas temporadas, por lo que un wide receiver con las características de Arcega-Whiteside, que alcanza la superioridad ante su defensor (cuando la consigue) más por físico que velocidad, encuentra un acomodo complicado a la hora de considerarle como uno de los principales objetivos de esa ofensiva. “En lo poco que ha jugado creo que hay varios factores que influyen mucho en su falta de targets. JJ Arcega-Whiteside no es un buen corredor de rutas horizontales, no logra separación de forma consistente y su velocidad de juego no es la que anunciaban sus test atléticos”, razona Catanovski. Y completa: “Además, su capacidad para generar yardas tras la recepción es prácticamente nula: no se le incluirá en screens, jet sweeps, etc... Todo esto conduce a que Eagles lo use en clear routes, en patrones eminentemente verticales, con un puesto muy retrasado en las progresiones del quarterback. Muchas veces estas rutas suelen ir destinadas a abrir el campo y generar espacio en el juego intermedio”.
En cualquier caso, más allá del pobre rendimiento individual del hispano-estadounidense, la verdad es que, en global, el ataque de los Eagles es también muy deficiente: el conjunto de Philadelphia se sitúa solamente en el puesto 24º entre los mejores equipos al pase y tiene una carrera mediocre. Unos datos que todavía son peores para Carson Wentz, su QB titular (aunque en las últimas semanas ha sido reemplazado por Jalen Hurts, su suplente), que en estas dos últimas temporadas ha sido incapaz de completar sus lanzamientos según lo esperado. “Mucha gente en España se extraña de la falta de targets, pero normalmente eso no tiene nada que ver con la química con Wentz. Si Eagles sale con cinco receptores abiertos y Arcega-Whiteside corre la quinta ruta en la progresión de Wentz, hasta ahí el quarterback no llegará casi nunca. Subes en las progresiones generando confianza con tu juego y JJ Arcega-Whiteside no lo ha logrado. Wentz o Hurts no lanzan por afinidad electiva, sino a los receptores que encuentran abiertos siguiendo una determinada lectura”, mantiene Catanovski. Y finaliza: “La química es eso, conseguir estar abierto de forma consistente en una fase temprana de la progresión. JJ Arcega-Whiteside no lo ha conseguido y por eso no está jugando”.
Arcega-Whiteside, “virtuoso de un arte perdido”
No en vano, ni siquiera JJ Arcega-Whiteside está siendo utilizado por su equipo en la red zone, la zona del campo en la que más destacó por sus condiciones en su paso por la universidad. En las dos últimas temporadas, los Eagles mejoran, precisamente, sus estadísticas en esa zona del campo hasta tener una conversión de puntos decente, pero lo hacen apoyándose en el juego de carrera, no en el pase, por lo que el receptor hispano-estadounidense tampoco entra en esta faceta en la ecuación del ataque de su equipo.
“Arcega-Whiteside es un virtuoso de un arte perdido”, concede Catanovski. “Cuando lo analizaba en el proceso predraft era algo que particularmente tenía muy claro. Los coordinadores ofensivos cada vez usan menos en la end zone los conceptos en los que Arcega-Whiteside destacaba en College. Cada vez se lanzan menos fades en la end zone. Los entrenadores apuestan por otro tipo de conceptos con unos porcentajes de completados mayores. Se apuesta más por generar tráfico, triangle reads, sprint outs, quick game entre números, etc... Sólo se aíslan en un lado del campo y se lanzan fades a los superclase, y JJ Arcega-Whiteside no entra en esa conversación”, concluye.
Y el futuro de Arcega-Whiteside es…
Por todo lo anterior, y a pesar de que el receptor hispano-estadounidense todavía esté dentro de su contrato de novato, beneficioso para la franquicia de Pennsylvania, el futuro de Arcega-Whiteside, al menos en los propios Philadelphia Eagles, parece estar comprometido. “Sus opciones de futuro en Philadelphia parecen muy limitadas. Con Ertz y Goedert sanos, en el personal 12 que le gusta a Pederson, apenas tenía oportunidades. Si este año cae Ertz, tienes que jugar más personal 11 y no entras, es una pésima señal”, concuerda Catanovski, que se muestra inquieto: “Hay una cosa que me preocupa mucho sobre su futuro: su nula aportación en equipos especiales. Parece evidente que Eagles se replanteará su permanencia a final de año y muchos jugadores que no consiguen asentarse en la liga tienen en los equipos especiales una forma de mantenerse dentro de las plantillas. Arcega-Whiteside no ha conseguido que todo ese talento físico se traduzca ni siquiera a esa parcela. A igualdad de producción, muchos entrenadores se decantarán siempre por el jugador que aporte en esta fase del juego”, recuerda. Los datos, una vez más, le dan la razón: en toda su trayectoria en la NFL, el receptor de Utebo únicamente jugó un 3% de los snaps de equipos especiales de su equipo el año pasado y un 0% en esta temporada.
“No me extrañaría verlo cortado a final de año y creo que sus opciones de futuro pasarían por buscar cubrir roles más específicos en equipos orientados a la Spread Offense. Hasta ahora, no ha demostrado ni siquiera poder ser un wide receiver 3 en un equipo NFL”, augura Catanovski. Y finaliza: “Equipos como Arizona o Buffalo, con su elevado uso de personal 10-11 y la frecuente introducción de Fades/Go Routes, parecen destinos ideales para receptores verticales en busca de snaps. Ahora bien, el seguro que supone ser un pick alto del draft se le agotaría y si quiere tener continuidad en las plantillas NFL tendría que empezar a aportar en otras facetas del juego, como en equipos especiales”.
El tiempo aprieta, las oportunidades se escapan, pero el talento físico del receptor hispano-estadounidense sigue estando ahí.
Ahora únicamente falta lo más importante, que Arcega-Whiteside sea capaz, por fin, de demostrarlo en el football profesional.
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(Todas las gráficas que aparecen en el texto han sido realizadas por Un Mal Kicker con datos hasta la semana 12 de esta temporada de la NFL)
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Suelo escribir siempre con música, así que he decidido que voy a poner alguna de las canciones que ha sonado mientras estaba escribiendo el texto. Como, por ejemplo, ésta: