¿Es la de Nadal y Djokovic la verdadera rivalidad y no la de Federer y Nadal?
(Este texto corresponde a la sección de Tesis, que incluye textos razonados que responden a una pregunta como punto de partida para emitir una conclusión argumentada)
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Punto de partida
Desde hace años y por muchos años más estamos inmersos en una discusión eterna (y que probablemente no tenga respuesta) sobre quién ha sido el mejor tenista de la historia. ¿Roger Federer? ¿Rafael Nadal? ¿Novak Djokovic? Cualquiera de los tres tiene argumentos de sobra para poder alzarse vencedor de esa discusión. No en vano, nunca a lo largo del siglo XX y de lo que llevamos del siglo XXI en ningún deporte se había dado la circunstancia de que los que pueden ser los tres mejores jugadores de la historia fueran prácticamente coetáneos y desarrollaran la mayor parte de sus carreras profesionales a la vez. De hecho, nunca en la historia nadie ha sido capaz de dominar un deporte como lo han dominado estos tres tenistas a lo largo de tantos años ya. Los deportes individuales suelen carecer de varios dominadores absolutos que se perpetúen a lo largo del tiempo, pero el tenis masculino ha sido la excepción desde hace más de tres lustros.
La tiranía de Federer, Nadal y Djokovic dura casi ya dos décadas: desde Wimbledon 2003 hasta la actualidad, los tres han ganado 57 de los 69 torneos de Grand Slam que se han disputado. Asimismo, desde Wimbledon 2004 hasta la actualidad, uno de los tres fue como mínimo semifinalista de cada Grand Slam a excepción de la última edición del US Open, en el que Federer y Nadal no participaron y Djokovic fue, como sabéis, descalificado.
En los últimos quince años, solamente otros cinco jugadores del circuito han logrado adjudicarse un Grand Slam: Del Potro, Cilic, Murray, Wawrinka y Thiem. De hecho, desde Roland Garros 2005 únicamente se han disputado tres finales de Grand Slam en las que no estuvieran presentes uno de los miembros del Big Three (Federer, Nadal o Djokovic han estado presentes en 59 de las últimas 62 finales): el Cilic-Nikishori del US Open 2014, el Murray-Raonic de Wimbledon 2016 y el Thiem-Zverev del US Open 2020.
En total, únicamente seis jugadores consiguieron alzarse desde el año 2010 al año 2019 con un Grand Slam (Federer, Nadal, Djokovic, Murray, Wawrinka y Cilic; de los 40 títulos en juego en esos diez años, 33 fueron para Federer, Nadal y Djokovic). Por poner ese dato en perspectiva, desde 2000 a 2009 hubo 13 ganadores diferentes de Grand Slam; desde 1990 a 1999, 15; desde 1980 a 1989, 12; y desde 1970 a 1979, 17.
Foto: Getty Images
A día de hoy, Federer suma 20 títulos de Grand Slam y 11 subcampeonatos; Nadal, 20 y 8; y Djokovic, 17 y 10. Son, en efecto, los tres únicos tenistas de la historia que han alcanzado la final de un Grand Slam en más de 25 ocasiones. Los siguientes en esa lista son Ivan Lendl (19 veces), Pete Sampras (18), Rod Laver (17), Ken Rosewall y Björn Borg (16), y Roy Emerson, Bill Tilden, Andre Agassi y Jimmy Connors (15).
Su dominio, evidentemente, también se traslada a los torneos de Masters 1000, ya que en ese tipo de torneos Djokovic acumula 36 triunfos y 16 subcampeonatos; Nadal, 35 y 16; y Federer, 28 y 22. Son, obvio, los únicos tres jugadores de la historia que han conseguido ganar más de 25 torneos de Masters 1000 y jugar cuarenta finales o más (solamente otros dos jugadores han logrado disputar veinte finales o más en Masters 1000, Agassi con 15 triunfos y 7 subcampeonatos y Murray, con 14 y 7). Además, Djokovic es el único jugador de la historia que ha conseguido ganar dos veces los nueve Masters 1000, Nadal es el único jugador que ha ganado al menos un Masters 1000 durante diez años consecutivos y el que en más temporadas ha ganado un Masters 1000 (en 14 temporadas), y Federer es el jugador con más margen de tiempo transcurrido entre su primer y su último Masters 1000 (17 años). No en vano, además de los miembros del Big Three, solamente Agassi ha conseguido ganar títulos de Masters 1000 en un plazo de catorce años o más desde su primer y último título.
Por último, su superioridad también se explica desde el ranking mundial: desde el 2 de febrero del año 2004 hasta la actualidad siempre uno de los tres ha sido el número 1 del mundo a excepción de 41 semanas de Andy Murray entre el 7 de noviembre de 2016 y el 20 de agosto de 2017. Federer es el que más semanas de la historia ha estado en el número 1 y Djokovic, el segundo (Nadal, el sexto). Los tres han terminado en cinco ocasiones el año como número 1 (Djokovic va camino de su sexto año y de igualar a Sampras) y son, junto con Lendl en 1989, los únicos jugadores de la historia que han vuelto a terminar el año en el número 1 tras perderlo con anterioridad en el pasado (Federer, una vez; Nadal, cuatro veces; y Djokovic, tres con el de este 2020). Además, Federer es el único que ha sido número 1 todas las semanas de un año durante tres años consecutivos, el número 1 con más edad (en 2018, con 36 años, 10 meses y 11 días) y el que más periodo de tiempo ha pasado desde la primera a la última vez como número 1 (14 años, 4 meses y 17 días), mientras que Nadal es el jugador de mayor edad en terminar como número 1 (en 2019, con 33 años, 6 meses y 29 días; le va a superar Djokovic cuando finalice este año), el que ha protagonizado el mayor periodo transcurrido en terminar el año como número 1 (2008-2019, 11 años) y el que ha recuperado el número 1 al final de año después de un periodo más largo de tiempo (2013-2017, cuatro años).
Desde 2005, la relación del ranking mundial al final del año para los miembros del Big Three es la siguiente:
2005: Federer, 1º; Nadal, 2º y Djokovic, 78º.
2006: Federer, 1º; Nadal, 2º y Djokovic, 16º.
2007: Federer, 1º; Nadal 2º y Djokovic, 3º.
2008: Nadal, 1º; Federer, 2º y Djokovic, 3º.
2009: Federer, 1º; Nadal 2º y Djokovic, 3º.
2010: Nadal, 1º; Federer, 2º y Djokovic, 3º.
2011: Djokovic, 1º; Nadal, 2º y Federer, 3º.
2012: Djokovic, 1º; Federer, 2º y Nadal 4º.
2013: Nadal, 1º; Djokovic, 2º y Federer, 6º.
2014: Djokovic, 1º; Nadal, 2º y Federer, 3º.
2015: Djokovic, 1º; Federer, 3º y Nadal, 5º.
2016: Djokovic, 2º; Nadal, 9º y Federer, 16º.
2017: Nadal, 1º; Federer, 2º y Djokovic, 12º.
2018: Djokovic, 1º; Nadal, 2º y Federer, 3º.
2019: Nadal, 1º; Djokovic, 2º y Federer, 3º.
En cualquier caso, ni siquiera todos estos datos sirven para poder explicar en su verdadera esencia la magnitud de lo que está significando para el mundo del deporte el alargado dominio de Federer, Nadal y Djokovic, pero, dejando a un lado la rivalidad entre Federer y Djokovic (que cuenta con cincuenta enfrentamientos directos, 27 victorias para el serbio, 23 triunfos para el suizo y un par o tres de momentos cumbre, especialmente las finales de Wimbledon en 2014 y, sobre todo, en 2019), ¿cuál es la rivalidad más significativa entre los miembros del Big Three, la de Federer y Nadal o la de Nadal y Djokovic? O dicho de otra manera: ¿es la de Nadal y Djokovic la verdadera rivalidad histórica y no la de Federer y Nadal?
Foto: Laurence Griffiths/AF
Argumentos para el Nadal-Djokovic
Escribió una vez Joe Posnanski que “el tipo de tenis extremo, intenso y apasionado que juega Djokovic parece obligarlo a aventurarse hasta el límite de sus emociones”. Me parece una definición realmente acertada de su trayectoria a lo largo de todos estos años. En términos tenísticos, Djokovic es el jugador más completo del Big Three, el tenista con mayor capacidad de los tres para adaptarse a cada situación de un partido, sea la que sea. Si la marca de impronta de Nadal, por ejemplo, es su temible efecto liftado, la de Djokovic sería su resto y su revés, pero estaría quedándome corto en la descripción de su tenis: el serbio es, como digo, mucho más, ataque cuando se necesita y defensa cuando se requiere.
En total, Nadal y Djokovic se han enfrentado en 56 ocasiones, el mayor número de enfrentamientos directos entre dos jugadores en toda la Era Open del tenis masculino. Su primer enfrentamiento fue en los cuartos de final de Roland Garros en el año 2006 y terminó con el serbio retirándose cuando perdía ya por dos sets a cero. En esos primeros cuatro años, hasta el 2010, Nadal fue el absoluto dominador de esta rivalidad, ya que venció en 16 de los 23 duelos directos que disputaron, incluidas las cinco finales en las que se enfrentaron, entre ellas, la del US Open 2010. Sin embargo, Djokovic dominó completamente la rivalidad en el 2011, año en el que se enfrentaron en seis finales, incluidas las del Wimbledon y el US Open de esa temporada, y que siempre acabaron con triunfo para el tenista serbio. Nadal consiguió revertir esa tendencia al año siguiente tras vencer de manera consecutiva en las finales de Montecarlo, Roma y Roland Garros, no sin antes haber cedido el triunfo en Melbourne en la séptima final consecutiva protagonizada por ambos entre el año 2011 y el año 2012, en ese épico e inolvidable partido por el título del Open de Australia que se fue hasta los cinco sets [
5–7, 6–4, 6–2, 6–7(5–7) y 7–5], duró casi seis horas (5 horas y 53 minutos) y que muchos analistas sitúan como el mejor encuentro de tenis de la historia en pista dura. Un año después, en 2013, ambos también protagonizaron el que los analistas (y Björn Borg) consideraron como el mejor partido de tenis de la historia en tierra batida, esa semifinal equilibrada y llena de alternativas de Roland Garros que Nadal se adjudicó en cinco parciales[
6–4, 3–6, 6–1, 6–7(3–7) y 9–7] después de 4 horas y 37 minutos. Mientras, la última muestra de la trilogía de grandes encuentros trágicos e históricos protagonizados por Nadal y Djokovic habría que situarla en Wimbledon 2018, en esa semifinal apasionante que el serbio se adjudicó después de otros cinco sets[
6–4, 3–6, 7–6(11–9), 3–6 y 10–8] en 5 horas y 17 minutos.
Hasta el momento, Djokovic manda en esta rivalidad con una exigua renta de 29 victorias para él y 27 para Nadal. El español, en cualquier caso, ha conseguido eliminar al serbio hasta en siete ocasiones en Roland Garros. Por su parte, Djokovic es el gran verdugo del balear en las finales tras haberle derrotado en quince partidos por el campeonato, incluidos cuatro encuentros con un Grand Slam en juego (dos en Australia, uno en Wimbledon y otro en el US Open).
Foto: Mark Kolbe/Getty Images
Argumentos para el Federer-Nadal
Para poder describir de la forma más precisa posible a Federer lo mejor es siempre acudir a Roger Federer as Religious Experience, el ensayo sobre el suizo que David Foster Wallace escribió en el año 2006. “Roger Federer es un poderoso jugador de línea de fondo de primer nivel. Lo único es que eso no es todo lo que es. También está su inteligencia, su anticipación oculta, su sentido de la pista, su capacidad para leer y manipular a los oponentes, para mezclar efectos y velocidades, para desviar y disfrazar, para usar la previsión táctica y la visión periférica y el rango cinestésico en lugar de sólo un ritmo de memoria, y todo esto ha expuesto los límites y las posibilidades del tenis masculino tal como se juega ahora”, escribió. “La explicación metafísica es que Roger Federer es uno de esos raros atletas sobrenaturales que parecen estar exentos, al menos en parte, de ciertas leyes físicas”, añadió. “Federer es de este tipo, un tipo que se podría llamar genio, mutante o avatar. Nunca tiene prisa ni pierde el equilibrio. La bola que se aproxima cuelga, para él, una fracción de segundo más de lo que debería. Sus movimientos son más ágiles que atléticos”, prosiguió. Y sentenció: “La belleza no es el objetivo de los deportes competitivos, pero los deportes de alto nivel son un lugar privilegiado para la expresión de la belleza humana”.
Tal y como escribió Foster Wallace en su texto, la mejor versión de Federer al servicio y dominando con su derecha, los años del suizo en su plenitud tenística, trasciende a su propio deporte, como sucede también en otros escasos casos (Jordan, Ali, Senna, Messi, Woods, Bolt, Phelps, Gretzky… Pocos más, la mínima lista de elegidos en los que estáis pensando).
Y, sin embargo, Nadal le ha ganado en 24 de los 40 enfrentamientos directos que han mantenido desde el primero que disputaron allá por el año 2004.
En efecto, Nadal es la némesis del suizo porque, al contrario que Federer y su gracia divina, de su presencia celestial ingrávida en el aire un metro por encima de la pista, el balear es, en palabras de nuevo de Joe Posnanski, “99 por ciento de transpiración y 1 por ciento de intimidación”. “Todavía usa esas camisetas sin mangas que acentúan sus bíceps y todavía empapa las toallas con su suministro sobrehumano de sudor y todavía gruñe en cada swing como si Joe Frazier lo golpeara en el plexo solar y todavía empuja sus propios límites en cada punto como si el destino del mundo estuviera en juego”, escribió Posnanski. “Nadal es Nadal. Nos hemos acostumbrado tanto a su estilo a lo largo de los años, sus feroces tiros con efecto liftado saltando alto la red, zambulléndose como pelícanos lanzándose al agua y luego catapultándose brutalmente hacia adelante después de golpear el suelo. Es el tiro mortal más seguro en la historia del tenis, lo que significa que ha encontrado ese delicado equilibrio entre ataque y defensa”, completó. Y finalizó: “Cada movimiento que hace grita que él será el último hombre en pie”.
Precisamente, la rivalidad entre Federer y Nadal siempre ha sido eso: la batalla definitiva entre dos formas de ganar opuestas, entre dos jugadores exitosos que buscan ser el último hombre en pie. El genio contra el temperamento. El talento innato contra el esfuerzo desmedido. La elegancia contra la fuerza. Una rivalidad mítica, narrada y escrita, pop, mainstream, que encontró su punto culminante cuando la trayectoria ascendente de Nadal alcanzó el olimpo de Federer en tres finales en años consecutivos en Wimbledon y, especialmente, en la tercera de ellas, en una lluviosa tarde del año 2008 en la que la bola del suizo se quedó en su lado de la red cuando ya era casi de noche y el balear usurpó el reino, blanco y lleno de hierba, de Federer después de cinco trepidantes sets[
6–4, 6–4, 6–7(5–7), 6–7(8–10) y 9–7] y 4 horas y 48 minutos de partido.
Según dicen, ese fue el mejor partido de tenis que jamás se ha jugado.
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Conclusión
En conclusión, ¿es la de Nadal y Djokovic la verdadera rivalidad y no la de Federer y Nadal?
Mi respuesta es que SÍ.
En primer lugar, Djokovic y Nadal son los dos jugadores del Big Three que más se han enfrentado en general (recordad, 56 partidos) y también en una final, hasta en 27 ocasiones, con 15 victorias para el serbio y 12 para el español. Por su parte, la rivalidad entre Djokovic y Federer no cuenta con tantas finales (19) y se decanta claramente a favor del serbio (13 triunfos para Djokovic y 6 para el suizo), mientras que la rivalidad entre Federer y Nadal sí que se presenta más igualada en finales (14 victorias para el balear y 10 para el suizo), pero se queda en 24 enfrentamientos directos por el título (y únicamente 40 encuentros en general).
Asimismo, las trayectorias profesionales de Nadal y de Djokovic son prácticamente milimétricas y persiguen el mismo objetivo, el mismo camino, la misma narrativa: superar a Federer como el mejor tenista de la historia. De hecho, cuando el español y el serbio se enfrentaron por primera vez cuando ambos tenían 19 años (Nadal, pocos días después, cumplió 20) en aquel Roland Garros del año 2006, el suizo había ganado ya siete de los últimos once torneos de Grand Slam que se habían disputado hasta ese momento. Es decir, el prime de Nadal y Djokovic ha coincidido durante más tiempo, durante más temporadas, mientras que el de Federer, pese a su más que demostrada y extraordinaria longevidad, comenzó (y, posiblemente, alcanzó su punto más alto) con anterioridad a la llegada de ambos al top ten del ranking mundial del circuito profesional o, como mínimo, sucedió exactamente entre el citado año 2006 (el año, por cierto, del ensayo de David Foster Wallace) y el año 2007.
Por último, con las peculiaridades y particularidades de cada uno de ellos, los estilos de juego de Nadal y Djokovic son muy similares. Ambos restan de forma sobresaliente (posiblemente, los dos mejores en esa faceta de las últimas dos décadas). Ambos no fallan golpes. Ambos son los mejores jugadores defensivos de la historia, devuelven todas las bolas y obligan a su rival a tener que hacer casi media docena de golpes ganadores en el mismo punto para poder ganarles. Ambos son veloces en las carreras laterales en la línea de fondo. Ambos cuentan con una capacidad de sacrificio y una fuerza mental prácticamente inigualable (en el caso de Djokovic no siempre fue así, pero, una vez que encontró la solución para su frustración juvenil, se convirtió también, junto con Nadal, en el jugador más fuerte del circuito en esa faceta). En definitiva, se podría decir que Nadal y Djokovic son dos jugadores que están salidos de un mismo molde tanto en términos tenísticos (resto, defensa, mentalidad) como en su búsqueda del éxito (derrocar a Federer del pedestal de mejor jugador de la historia) que han tenido que derrotarse de forma recurrente (hasta en 56 ocasiones) para poder conseguirlo o, al menos, intentarlo.
Si se analiza de forma fría y aunque posiblemente no sea la opinión predominante, la mayor rivalidad perpetuada a lo largo del tiempo del Big Three es la de Nadal y Djokovic, y, de hecho, la narrativa (y el recuerdo de sus excelentes partidos entre las semifinales de Roland Garros 2005 y la final del Open de Australia 2009, con mención especial para el encuentro por el título de Wimbledon 2008) es lo único que sustenta a la rivalidad entre Federer y Nadal en la lucha por ser la mayor rivalidad de los tres. Eso sí, la narrativa de la rivalidad entre Federer y Nadal es una narrativa atrayente, poderosa, legendaria. La de los polos opuestos. La del campeón y el aspirante. La de rivales dentro de la pista y amigos fuera de ella. La del mejor jugador de la historia que no puede dominar a su contrario. La del joven en ascenso que a la tercera tentativa, por fin, derrota al cinco veces campeón de Wimbledon de forma consecutiva en su hogar sagrado. La del talento inigualable que tropieza ante la misma roca inamovible durante cuatro años consecutivos (de 2005 a 2008, una semifinal y tres finales) en Roland Garros, el único torneo que le faltaba para completar los cuatro títulos del Grand Slam.
Quizá no sea la mayor rivalidad posible y duradera (yo, como habéis visto, creo que esa es la de Nadal y Djokovic), pero tampoco nadie nos podrá quitar todo lo que ambos dos, Federer y Nadal, al igual que Djokovic y Nadal o Federer y Djokovic, nos han hecho disfrutar a lo largo de tantísimos años.
Foto: Getty Images
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En este texto he utilizado referencias de The Athletic y The New York Times.
Suelo escribir siempre con música, así que he decidido que voy a poner alguna de las canciones que ha sonado mientras estaba escribiendo el texto. Como, por ejemplo, ésta: