Definir un legado (Parte 2)
(Este texto corresponde a la sección de Previas, que se traduce en textos especiales de largo formato con motivo de acontecimientos extraordinarios, como puede ser la disputa de una Super Bowl)
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(Aquí puedes leer la parte 1 de este texto)
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V. El día que los Kansas City Chiefs seleccionaron a Patrick Mahomes en el draft, Andy Reid, el entrenador del equipo de Missouri, llevaba puesta su vestimenta más habitual, una camisa hawaiana, en ese caso de tonalidades rojas y blancas. En total, el head coach de los Chiefs, el segundo entrenador en activo con más victorias después de Bill Belichick, ha metido a sus equipos en la postemporada en 16 de las 22 temporadas que ha entrenado, siete de ocho desde que ocupa el cargo en Kansas City, así que está más que acostumbrado al éxito, pero seguro que esa noche también tuvo ganas de celebrarlo. Incluso no sería desencaminado asegurar que lo celebró cenando una hamburguesa con queso.
En cualquier caso, esa última predicción no es para nada arriesgada: Andy Reid es un apasionado de las hamburguesas con queso hasta el punto de hacer que se las traigan congeladas en avión a Kansas City desde su restaurante favorito en el área de Los Angeles (Tommy’s, por si viajáis alguna vez al sur de California) y ser apodado por un columnista de Philadelphia, en sus tiempos en los Eagles, “The big cheeseburger”, es decir, “La gran hamburguesa con queso”.
Porque las hamburguesas con queso y Andy Reid son inseparables, tal y como el entrenador de los Chiefs se ha encargado de recordar a lo largo de las dos últimas décadas.
Por ejemplo, después de ganar su primer partido como entrenador con los Philadelphia Eagles en 1999: “Voy a comer una gran hamburguesa con queso esta noche”, dijo.
O después de clasificarse para su primera Super Bowl, en enero del 2005: “Comeré una hamburguesa con queso”, manifestó.
O después de ganar la temporada pasada la final de la AFC: “Comí una hamburguesa con queso y me fui a la cama”, reconoció.
O, incluso, después de adjudicarse la última Super Bowl, la primera de su trayectoria: “No mucho [me ha cambiado ganar la Super Bowl]. Todavía me encantan las hamburguesas con queso”, volvió a insistir.
Por ello, y por mucho que a menos de diez kilómetros del Raymond James Stadium de Tampa se encuentren restaurantes tan apetitosos como el Bern’s Steakhouse y su filete Delmonico añejado en seco durante 100 días, el Charley’s Steakhouse y su filete Fabulous de más de medio kilo cocinado en parrilla de madera, el Kojak’s House of Ribs y sus costillas con patatas al perejil y judías verdes o el Deviled Pig y su The Pirate Shipwreck (en castellano, “El naufragio pirata”; es un sándwich de pan cubano que lleva cerdo desmenuzado, pavo ahumado, panceta de cerdo y ensalada de col), seguro que Andy Reid ya sabe lo que cenará este domingo si vuelve a ganar el anillo de campeón de la Super Bowl: “Lo usas para ocasiones especiales [el anillo de la Super Bowl]. O si quieres una hamburguesa con queso gratis, simplemente señala en esa dirección, muéstrales ese anillo y tal vez consigas una”.
VI. Precisamente, los Kansas City Chiefs de Andy Reid buscarán este domingo convertirse en el primer equipo que gana dos Super Bowls consecutivas desde que los New England Patriots de Tom Brady se deshicieron de los Carolina Panthers el 1 de febrero del 2004 y, un año después, el 6 de febrero del 2005, de los Philadelphia Eagles entrenados por el propio Andy Reid. Aquellos títulos fueron el segundo y el tercero para Tom Brady, que se había estrenado con el conjunto bostoniano en febrero de 2002 y que un año después, justo antes de ese doblete, había cedido el testigo a los Tampa Bay Buccaneers, que se llevaron el 26 de enero de 2003 ante los Oakland Raiders su hasta ahora única Super Bowl.
Sí, exactamente hace 18 años, los mismos años de diferencia de edad entre Brady y Mahomes y el mismo número del porcentaje de ediciones de la Super Bowl en las que ha estado presente su quarterback actual, el mejor jugador de la historia.
Como una afirmación de ese tipo a veces se considera debatible me veo en la obligación de recurrir al pasado reciente: en los 17 años anteriores, los Buccaneers únicamente visitaron la postemporada en dos ocasiones (dos derrotas en la ronda de Wild Card), tuvieron doce años con balance negativo de victorias y derrotas, y acumulaban los últimos doce años consecutivos sin jugar los playoffs. En cambio, esta temporada, la primera con Tom Brady como quarterback, los Bucs han alcanzado la Super Bowl.
Sin duda, hay argumentos de sobra para respaldar la importancia de Tom Brady en la metamorfosis del conjunto bucanero, a pesar de las dudas iniciales que pudo despertar el posible encaje de su juego en la atrevida filosofía ofensiva de pase “No risk it, no biscuit” de su entrenador Bruce Arians. Brady, uno de los peores quarterbacks bajo presión esta temporada según las estadísticas (su EPA, la estadística de expectativa de puntos añadidos, por jugada ante blitz de cinco o más jugadores es únicamente de 0.1) pero excelso cuando la cobertura de su línea ofensiva funciona a la perfección (la escuadra de Tampa únicamente ha perdido un encuentro cuando su pass-block win rate ha estado por encima del promedio de la competición), ha conseguido minimizar con su experiencia las pérdidas en jugadas con resultado incierto: los Bucs acumularon 41 pérdidas la pasada campaña (el conjunto que más en las últimas seis temporadas) y este año han bajado esa cifra a únicamente 17 pérdidas.
Y, obvio, tampoco conviene olvidar que Tom Brady nunca ha contado en toda su trayectoria con receptores de tanta calidad como los que tiene ahora con Mike Evans, Chris Godwin y Antonio Brown. Por ello, los Buccaneers son un equipo ofensivo en el que predomina el juego de pase (el séptimo con más yardas totales por partido, el segundo con más yardas de pase por partido, el sexto con más intentos de pase por partido, el quinto con más pases completados por partido y el segundo con más touchdowns de pase) y que… en realidad termina ganando la mayoría de las veces por su defensa: en temporada regular fueron con 101 puntos el tercer equipo que más puntos anotaron tras generar pérdidas en el rival, mientras que en esta postemporada ya llevan acumulados 41 puntos tras generar pérdidas en el rival (el tercer equipo que más puntos tras generar pérdida del rival ha anotado en playoffs en los últimos veinte años), lo que se traduce en el 45% del total de sus puntos en esta postemporada.
Porque si Tom Brady es necesario en estos Tampa Bay Buccaneers, Todd Bowles, su coordinador defensivo, lo es todavía más.
Foto: Tampa Bay Buccaneers
No en vano, los Bucs, en los que regresaron esta temporada diez de los once titulares de su defensa del curso pasado (el puesto libre fue para el safety rookie Antoine Winfield Jr., que ha rendido a un excelente nivel), son el equipo que menos yardas de carrera concede por partido y el cuarto que más sacks hace. Desde su llegada el curso pasado, Bowles ha apostado mayoritariamente por la defensa nickel (fue su tipo de defensa elegida en un 65% de los snaps en la temporada 2019) y por la importancia del uso de blitz en la presión al quarterback con la incorporación de pass-rushers extras y el liderazgo de Shaquil Barrett, Jason Pierre-Paul, Vita Vea (tras regresar de su lesión) y Devin White.
Sin duda, su recurrente frecuencia en el uso del blitz (en 2019 fue el segundo equipo que más y, además, es una de las señas de identidad de Bowles) es una de las grandes incógnitas de esta Super Bowl. De hecho, enfrente se encontrarán a Mahomes, el quarterback que mejor ataca la presión del blitz de toda la competición según las estadísticas (el QB texano es, con 96.8, el primero en la lista de la estadística de rating de quarterbacks contra el blitz y, con, 0.54, el primero en la lista de EPA por jugada contra el blitz) y también según la razón: en temporada regular, Mahomes únicamente ha sido objeto de blitz por las defensas rivales en un 21% de ocasiones, el tercer quarterback que menos de toda la competición.
La solución, tal vez, los Bucs la encuentren creando la presión solamente con Barrett y Pierre-Paul, sin jugadores extras que acudan al blitz. Ambos jugadores demostraron a la perfección ante Green Bay Packers ser capaces de dominar las trincheras y, además, la línea ofensiva de los Chiefs cuenta con bajas vitales. En cualquier caso, no es la única incógnita que tienen que solucionar los Buccaneers para detener el histórico ataque de los Chiefs: la Cover 1, la cobertura defensiva hombre a hombre que más usaron el pasado curso, les creó problemas con los tight ends y en la nómina de jugadores de Kansas City aparece Travis Kelce, el mejor jugador esta temporada en esa posición y uno de los mejores en la última década. A priori, con todos esos condicionantes, no parece descartado insistir en que Bowles tratará de encontrar la ventaja apostando frecuentemente por crear presión con sus cuatro hombres del frente (Barrett, Pierre-Paul, Suh y Vea) sin recurrir a hombres extra en el blitz y utilizando una Cover 7 de cobertura, con dos jugadores profundos en la secundaria hombre a hombre en vez de un único jugador. Si existe alguna forma de detener a Mahomes, y de minimizar algo el impacto de Kelce y Hill (en el precedente de la semana 12, el QB texano completó 21 de los 23 pases que les lanzó para 351 yardas), esa, sin duda, es la táctica más adecuada: esta temporada, el EPA de Mahomes contra coberturas de dos jugadores profundos desciende hasta 0.18 por jugada.
Más allá de las posibles incógnitas, lo que está claro es que con la incorporación tras un año retirado de otro de los mejores tight ends de la última década, Rob Gronkowski, excelso en las labores de bloqueo y completamente sano (ha jugado todos los partidos por primera vez desde el curso 2011), los Tampa Bay Buccaneers sí que han conseguido contrarrestar una de sus grandes lagunas ofensivas de la pasada temporada: sus terribles ganancias de yardas en jugadas con una línea de bloqueo de seis jugadores. Y, claro, pese a que Gronkowski todavía no ha anotado un touchdown en estos playoffs, tampoco se puede dejar pasar por alto su magnífica conexión a lo largo de los años con Tom Brady: en 19 partidos juntos en postemporada, Gronkowski ha capturado 83 pases de Brady para 1.206 yardas y 12 touchdowns. Si Brady le da un pase de touchdown a Gronkowski en la Super Bowl, ambos se convertirán en la pareja con mayor número de touchdowns de pase de la historia de los playoffs de la NFL, un hito que ahora mismo comparten con Joe Montana y Jerry Rice, aquel legendario dúo de los San Francisco 49ers.
“Tengo mucha confianza y seguridad en los momentos más importantes con él. A veces pienso en jugadores donde si fuera el último cuarto de la Super Bowl, ¿a quién quiero en el partido conmigo? Definitivamente encaja en ese pensamiento”.
Palabra de Tom Brady.
Foto: Getty Images
VII. Antes definí al ataque de los Kansas City Chiefs como histórico y es probable que me quedara corto en mi definición porque la ofensiva del conjunto de Missouri ha logrado conseguir algo extremadamente complicado en el mundo del deporte: juntar a un ideólogo excelso (Andy Reid, que lidera un grupo de trabajo en el que también sobresalen Eric Bieniemy, su coordinador ofensivo, y Mike Kafka, su coordinador de juego de pase y entrenador de quarterbacks) con un ejecutor extraordinario (Patrick Mahomes) que tiene a su disposición las herramientas necesarias, especialmente en las figuras de Travis Kelce y de Tyreek Hill, para convertir las ingeniosas ideas teóricas de Reid en jugadas de éxito sobre el terreno de juego.
El ataque de los Chiefs, basado mayoritariamente en personal 11 con tres receptores, es veloz y profundo, indefendible en el uno contra uno y con capacidad para conseguir anotaciones partiendo desde cualquier parte del campo. Gran mérito de ello reside en la calidad de Mahomes y su conexión con el citado receptor Tyreek Hill, el componente imprevisible de esa ofensiva, pero también en la personalidad de Andy Reid, el play-caller que más tiende al pase de toda la competición (sus Chiefs son el equipo que más yardas de pase y totales consigue por partido, así como el tercero que más pases intenta, el segundo que más pases completa y el cuarto que más pases de touchdown realiza por encuentro). De tal modo, desde el pase, los Chiefs generan ventajas desde los primeros downs para jugar a favor de corriente con un quarterback diferenciador, Mahomes, que va camino de convertirse, si no lo es ya (con permiso de Tom Brady), en el jugador más determinante de la competición a base de balones largos aéreos y capacidad para realizar pases de extrema dificultad minimizando la posibilidad de error (los Chiefs son, en efecto, el segundo equipo que menos intercepciones recibe en el pase). De hecho, las estadísticas nos enseñan que Mahomes es imparable con el citado personal 11, en jugadas de run-pass option y cuando se mantiene dentro del pocket, pero que también es capaz de extender las jugadas para encontrar la respuesta desde fuera (en esta temporada regular, Mahomes aparece en el quinto lugar de EPA cuando hace scramble), al tiempo que nos dicen que no hay cobertura que consiga pararle.
En cualquier caso, en 2019, la cobertura que mejor funcionó contra Mahomes fue la Cover 1, la defensa hombre a hombre con un safety profundo que más utilizó Tampa Bay Buccaneers en sus partidos esa temporada y que le creó tantos problemas contra los tight ends, lo que presenta una incógnita interesante de cara a la Super Bowl: ¿apostará Todd Bowles por ese tipo de defensa para contrarrestar el riesgo de los pases profundos de Mahomes aunque eso signifique que aparezca de forma recurrente Kelce por el medio? Si nos basamos en las estadísticas de este 2020 la respuesta a esa pregunta tiene que ser negativa: este año, Mahomes es el mejor en EPA por jugada (0.42) en ese tipo de cobertura y, en el partido que enfrentó a ambos en la semana doce en el propio Raymond James Stadium, el quarterback de los Chiefs superó continuamente a la defensa bucanera cuando esta se dispuso en ese tipo de cobertura alta al hombre.
A veces, las victorias pasan por minimizar el impacto de un determinado peligro asumiendo que habrá otras complicaciones que no podrás detener y, tal vez, como se dijo antes, la solución de los Bucs no esté en la secundaria, sino en las trincheras, con Barrett y Pierre-Paul a la presión: los Chiefs no contarán para este partido con ninguno de sus dos tackles titulares en la línea ofensiva, ni Mitchell Schwartz, ni Eric Fisher, siendo especialmente peligrosa la baja de este último, ya que será el primer partido de postemporada que Mahomes tendrá que disputar sin su tackle izquierdo de confianza.
Ya en la defensa, los Chiefs, con una plantilla totalmente continuista (hasta 29 jugadores de máxima importancia de ataque, defensa y equipos especiales permanecen del plantel que se proclamó campeón de la pasada Super Bowl), también priorizan sobre el juego del pase por encima del juego de carrera, algo que, en realidad, procede de la lógica: como su ataque anota muchos puntos y se pone normalmente por delante en el marcador, el conjunto rival tiene que lanzar muchos pases más en busca de la remontada. Correr, precisamente, es necesario para poder limitar el nivel defensivo de los Chiefs (los Bucs pueden contar con una amplia ventaja en la carrera contra una defensa que es de las peores de la competición defendiendo el juego terrestre de yardas cortas), ya que la defensa ideada por el coordinador defensivo Steve Spagnuolo se siente cómoda en ese contexto de lanzamientos en el que Chris Jones, uno de los jugadores más disruptivos de la liga, puede presionar al quarterback rival y su secundaria puede recuperar balones (los Chiefs son el sexto equipo que más intercepciones realiza).
Es allí, en la secundaria, donde se encuentra el último líder destacado de esta plantilla, el hombre que se une a Mahomes, Kelce, Hill o Jones en la lista de nombres imprescindibles de los Kansas City Chiefs sobre el terreno de juego. Se trata de Tyrann Mathieu, que, una vez quedaron atrás su fama de jugador problemático (después de llegar a ser finalista del trofeo Heisman, fue expulsado del equipo de la Universidad de LSU por fallar pruebas de drogas relacionadas con el consumo de marihuana y bajó hasta la tercera ronda del draft) y las recurrentes lesiones que sufrió en sus primeros cinco años en la NFL con los Arizona Cardinals, se ha convertido en los Chiefs, previo paso por los Houston Texans, en el molde del cambio de paradigma de los defensive backs actuales, de los Jamal Adams y Minkah Fitzpatrick, de esos safety que también pueden llegar a ser middle linebacker, de esos jugadores que, como Mathieu este domingo, tendrán que estar atentos al ataque en profundo de los Bucs y también acudir a la presión en el blitz a Brady, un quarterback al que le viene especialmente mal el encaje con la defensa de Kansas City: el EPA por jugada del QB de los Buccaneers es solamente de 0.12 ante coberturas de dos jugadores profundos y los Chiefs son el equipo de toda la competición que en mayor porcentaje ha utilizado ese tipo de coberturas.
Este domingo, un día más, Mathieu se hará notar en esa secundaria, ya que él es un líder tanto dentro como fuera del terreno de juego: sin ir más lejos, el año pasado fue el elegido para hablar a sus compañeros el sábado antes de la Super Bowl que los Chiefs se adjudicaron contra los San Francisco 49ers.
Foto: Rich Sugg /Kansas City Star/ TNS
VIII. Cuando todavía no había cumplido la mayoría de edad, en Mr. Smith goes to Washington, la película de Frank Capra que en España titularon como Caballero sin espada, Tommy Walker tocó la batería. Me parece un punto de partida óptimo para poder seguir hablando de una persona que quizá no conozcáis por su nombre, pero que, si sois aficionados al deporte, forma parte de vuestras vidas. No en vano, apenas siete años después de esa película, en 1946, el propio Walker, cuando era estudiante de la Universidad de Southern California, compuso “Charge”, la corta fanfarria de seis notas que se repite continuamente y se cuela en la cabeza de los asistentes a cualquier evento deportivo en Estados Unidos y que, además, dio nombre a Los Angeles Chargers, la franquicia de la NFL, porque a Frank Leahy, su primer mánager general, le gustaba la forma en la que los aficionados gritaban “Charge!” y sonaba la corneta en los partidos de la Universidad de USC y en los encuentros de Los Angeles Dodgers en el Dodger Stadium. Unos años más tarde de que compusiera esa fanfarria, en 1955, fue Walt Disney el que contrató a Walker para que organizara la ceremonia de apertura de Disneyland, su nuevo parque temático en Anaheim, pero hay que regresar otra vez al deporte para entender su conveniencia en estas líneas: fue Walker al que se le ocurrió, en el año 1967, crear “Halftime”, el espectáculo del descanso de la Super Bowl.
“¿Por qué gastarnos todo ese dinero? En ese momento es cuando todo el mundo va al baño”, le contestó incrédulo su amigo Pete Rozelle, el comisionado de la NFL en aquella época, pero lo cierto es que Tommy Walker fue un visionario: desde entonces y hasta la actualidad, “Halftime Show” se ha convertido en el espectáculo musical más visto cada año en el país estadounidense.
Por ejemplo, el 3 de febrero del 2002 en el Lousiana Superdome de New Orleans, el día que Tom Brady ganó su primera Super Bowl, Janet Jackson estaba programada para actuar en el descanso, pero decidió no realizar esa actuación después de los ataques terroristas del 11 de septiembre. Sus sustitutos fueron la banda irlandesa U2, que, al igual que había hecho apenas seis semanas después de los citados atentados en un concierto en el Madison Square Garden de New York, desplegó una pancarta gigante de color negro con la lista interminable de los nombres en blanco de las casi 3.000 personas asesinadas en el 11-S mientras Bono cantaba Where the streets have no name y su “I want to run, I want to hide, I want to tear down the walls that hold me inside, I want to reach out and touch the flame, where the streets have no name”.
En cualquier caso, un par de años después, el 1 de febrero del 2004 en Houston, los caminos de Tom Brady y Janet Jackson se volvieron a encontrar: el quarterback ganó su segunda Super Bowl poco después de que la cantante estadounidense protagonizara el incidente conocido como el Nipplegate cuando, al final de su actuación, Justin Timberlake le arrancó una parte de su ropa y dejó a la vista durante un segundo su pecho derecho. Aquel espectáculo significó que “Janet Jackson” se convirtieran en las dos palabras más buscadas de la historia de Internet según el libro Guinness de los récords, pero también que la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos multara con 550.000 dólares a la CBS, la cadena de televisión que retransmitió el encuentro (esa multa luego fue revocada en los tribunales), y que, debido a la indignación de decenas de políticos norteamericanos preocupados por el declive moral de su país, la NFL apostara por rebajar la posible sexualidad de la actuación contratando durante los siguientes seis años a Paul McCartney, los Rolling Stones, Prince, Tom Petty & The Heartbreakers, Bruce Springsteen & The E Street Band y The Who.
La CBS, por cierto, vuelve a ser este domingo la cadena de televisión que retransmitirá una Super Bowl que se disputa en un estadio que cuenta con un barco pirata que dispara cañones en uno de sus fondos y en la que todos los aficionados que presencien el encuentro en el Raymond James Stadium recibirán una máscara KN95, desinfectante para manos y toallitas húmedas cuando vayan a entrar al recinto.
Sin duda, será una Super Bowl diferente, pero también, como siempre, inolvidable.
Porque esta Super Bowl define un legado.
El legado perpetuo de un posible séptimo título de Tom Brady, esta vez con los Tampa Bay Buccaneers, o el legado del relevo de un segundo anillo de campeón para Patrick Mahomes y sus Kansas City Chiefs.
Foto: Peter Aiken / Getty Images
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En este texto he utilizado referencias de ESPN, de Football Database, de Football Outsiders, de Los Angeles Times, de Next Gen Stats, de Pro Football Reference, de Pro Football Talk, de Sports Illustrated, de The Athletic y de The Undefeated.
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Suelo escribir siempre con música, así que he decidido que voy a poner alguna de las canciones que ha sonado mientras estaba escribiendo el texto. Como, por ejemplo, ésta: