Y sucedió lo imposible
I. El padre de Grover Cleveland Alexander, que debe su nombre a Grover Cleveland, vigesimosegundo presidente de Estados Unidos (y también, apenas cuatro años después de su anterior mandato, vigesimocuarto con una segunda elección), quería que su hijo fuera abogado. Sin embargo, a su hijo, nacido en la pequeña comunidad granjera de Elba (Nebraska), lo que más le gustaba era lanzar piedras. De hecho, Grover Cleveland Alexander era tan buen lanzador de piedras, y también de bolas de béisbol, que cuando trabajaba en una compañía de teléfono cavando los hoyos de los cables telefónicos puestos al azar por toda la geografía estadounidense fue reclutado para jugar al béisbol por un equipo profesional de Galesburg (Illinois). Allí, fue golpeado en la cabeza en un lanzamiento y estuvo inconsciente durante un día y medio. Cuando se despertó, Grover Cleveland Alexander, a veces llamado Pete Alexander, tenía doble visión y llegó a pensar que nunca más volvería a poder lanzar una bola de béisbol. Sin embargo, llegó a ser uno de los mejores pitchers de la historia de Las Mayores, el pitcher de las 373 victorias (el tercero que más), el pitcher conocido como Alexander The Great.
En 1911, en su año de debut con los Philadelphia Phillies, Grover Cleveland Alexander lideró la competición en victorias (28), entradas jugadas (367), shutouts (7) y menos hits permitidos por nueve entradas (7.0).
En 1915, terminó con 31 victorias y 10 derrotas tras conseguir un 1.22 de ERA y 241 strikeouts.
En 1916, acabó con 33 victorias y 12 derrotas tras establecer un 1.55 de ERA y acumular 167 strikeouts.
En 1917, concluyó con 30 victorias y 13 derrotas después de un 1.83 de ERA y 200 strikeouts.
Si no tenemos en cuenta a Fred Anderson, expitcher de los New York Giants en ese 1917 que tuvo un ERA de 1.44 en 162 entradas, Grover Cleveland Alexander sería el único lanzador de la historia en conseguir la Triple Corona de los pitchers en tres temporadas consecutivas, las tres citadas con anterioridad.
Además, hizo 36 shutouts en esas tres temporadas, 16 únicamente en 1916.
En total, lideró la liga en strikeouts en seis ocasiones, en menos carreras permitidas por nueve entradas en cinco ocasiones, en WHIP en otras cinco ocasiones y en shutouts en siete ocasiones.
Y eso que Grover Cleveland Alexander estuvo en 1917 en la Primera Guerra Mundial y lo pasó fatal y empezó a beber. Allí, perdió audición en uno de sus oídos por culpa del sonido de las bombas. Allí, se hirió gravemente el brazo derecho con un obús. Allí, empezó con un caso crónico de trastorno de estrés postraumático.
Y luego, al regresar, continuó estando fatal, especialmente porque empezó a sufrir ataques epilépticos. Sin embargo, Grover Cleveland Alexander todavía lideró la liga en ERA en sus dos primeras temporadas tras la guerra y se alzó de nuevo con la Triple Corona en 1920. Y en las World Series de 1926, ya con 39 años de edad y con graves problemas con el alcohol, el pitcher de Elba ganó su primer y único campeonato con los St. Louis Cardinals contra los New York Yankees después de ser el gran protagonista del séptimo y definitivo partido disputado el 10 de octubre en el Yankee Stadium ante 38.093 personas al eliminar en la parte baja de la séptima entrada a Tony Lazzeri con las bases llenas.
Fue, sin duda, el momento icónico de su carrera, su hazaña más recordada, pero yo aquí os quiero trasladar hasta otro instante diferente.
Sucedió el lunes 31 de mayo de 1920 en el primer partido de un doubleheader entre los Chicago Cubs y los Cincinnati Reds en el (por entonces llamado) Cubs Park. Ese día, en la parte baja de la décima entrada, con dos outs (Zeb Terry y Bill Killefer) y Ray Fisher como pitcher rival, Grover Cleveland Alexander, que había lanzado las diez entradas con un ERA de 1.90, conectó, poco después del mediodía, un home run que se escapó en la parte profunda de la jardinera izquierda para dar la victoria a los chicagüenses por 3-2.
Fue el quinto home run de los once que consiguió en sus dos décadas de carrera en Las Mayores y, especialmente, fue el primer home run walk off para dar la victoria a su equipo logrado por un pitcher en los últimos cien años.
II. En realidad, Madison Bumgarner, el mítico pitcher de los San Francisco Giants y ahora de los Arizona Diamondbacks, no es un buen bateador. Sus estadísticas lo demuestran: en toda su trayectoria profesional, acumula únicamente .177 (promedio de bateo)/.228 (OBP)/.303 (media de slugging) con el bate. Sin embargo, pocos jugadores son más divertidos, maravillosos y entretenidos que él cuando batean, cuando su mirada se cruza con la del pitcher al acercarse al plato.
No en vano, hasta el año 2015, ningún pitcher había logrado nunca un home run ante los lanzamientos de Clayton Kershaw, el pitcher estrella de Los Angeles Dodgers. MadBum, por supuesto, fue el encargado de romper esa estadística.
Primero, el jueves 21 de mayo de 2015 en el (por entonces llamado) AT&T Park de San Francisco delante de 41.840 espectadores, Bumgarner, con dos eliminados en la parte baja de la tercera entrada, envió su bola a las gradas del lado izquierdo del estadio en su primera aparición al bate en ese encuentro, en el vigesimosexto lanzamiento de Kershaw, de 91 millas por hora, para inaugurar el marcador de un partido que los Giants acabaron ganando 4-0.
Después, el sábado 9 de abril de 2016 de nuevo en el (por entonces llamado) AT&T Park de San Francisco delante de 41.224 espectadores, MadBum, con dos eliminados en la parte baja de la segunda entrada, envió su bola a las gradas del lado izquierdo del estadio, casi al mismo sitio que un año atrás, en su primera aparición al bate en ese encuentro, en el vigesimoquinto lanzamiento de Kershaw, de 93 millas por hora, para inaugurar el marcador de un partido que los Giants, pese a ello, acabaron perdiendo 2-3 ante los angelinos.
Esos dos home runs son, sin duda, los highlights de una carrera al bate de un pitcher, Madison Bumgarner, que cuenta todavía con más momentos culminantes sobre el plato.
Por ejemplo, el partido interligas del 30 de junio de 2016 en el Oakland-Alameda County Coliseum entre los Oakland Athletics y los San Francisco Giants en el que, a pesar de ser el pitcher, fue también el bateador designado de los Giants en su victoria ante el equipo del otro extremo del Bay Bridge (6-12).
Por ejemplo, el partido de Opening Day del domingo 2 de abril de 2017 en el Chase Field entre los Arizona Diamondbacks y los San Francisco Giants en el que, ante los pitchers Zack Greinke y Andrew Chafin, conectó dos home runs.
Un dato: si ningún pitcher vuelve a batear en el futuro de Las Mayores, MadBum será el último pitcher de la historia en batear un home run, después del conseguido, en la parte baja de la tercera entrada ante Jeff Hoffman, el pasado martes 24 de septiembre de 2019 ante 27.870 espectadores en el Oracle Park en la derrota de los Giants contra los Colorado Rockies (5-8).
Sería un epílogo precioso.
Porque puede que las estadísticas nos digan que Madison Bumgarner es un bateador mediocre, pero pocas cosas producen más placer que verle encaminarse hacia el plato para batear.
III. La definición más acertada la dijo Gary Cohen, el locutor de los partidos de los New York Mets, nada más producirse ese home run: “Bartolo has done it. The impossible has happened!”.
“¡Lo imposible ha sucedido!”, dijo, casi sin voz.
Y así, en efecto, sucedió.
Quizá sea un buen momento para deciros que Bartolo Colón, el pitcher de los Mets que logró ese home run, fue eliminado por strike outs en cuarenta de las sesenta ocasiones que acudió al bate esa temporada.
O que ya llevaba 19 temporadas en Las Mayores y que tenía 42 años y 349 días cuando consiguió ese home run, el primero y último de toda su trayectoria profesional.
O que, en las 326 veces que apareció al plato en su carrera, acumuló una media de bateo de .084, la peor media de bateo para un pitcher que haya conseguido un home run después de aparecer al menos 300 veces al bate.
O que, en toda la historia de los Mets, únicamente tres jugadores han conseguido un home run con 42 años o más y los otros dos jugadores son ¡¡Willie Mays!! y Julio Franco.
O que nunca nadie en toda la historia ha conseguido su primer home run en Las Mayores con mayor edad que él.
Pero ese día, el sábado 7 de mayo de 2016 delante de 41.028 personas en el Petco Park de San Diego (California), bateó el trigesimonoveno lanzamiento de James Shields, de 90 millas por hora, en la parte alta de la segunda entrada hasta las gradas de ese estadio para regalarnos un momento sublime, improbable, memorable, emocionante, incrédulo, bello, inolvidable.
Acto seguido, Bartolo Colón tardó en completar las bases, los casi 110 metros de ese recorrido triunfal, en más de 30 segundos.
Se suele destacar que fue mucho tiempo, pero a mí me pareció escaso.
Porque, después de regalarme ese momento, por mí, Bartolo Colón podría haber tardado toda la eternidad en recorrer las bases del diamante.
Foto: Getty Images
IV. Como escribí al inicio de este texto, el home run walk off de Grover Cleveland Alexander que dio la victoria a los Chicago Cubs ante los Cincinnati Reds en 1920 fue el primero de los 23 home run walk off definitivos que un pitcher ha logrado en los últimos cien años. Wes Ferrell, por ejemplo, consiguió dos con los Boston Red Sox. Y, al igual que Alexander, otros pitchers hall of famer como Red Ruffing, Dean Dizzy o Juan Marichal también consiguieron el suyo en los Yankees, los Cardinals y los Giants, respectivamente. El último home run walk off de un pitcher en Las Mayores, en cualquier caso, fue hace ya más de tres décadas, el 25 de abril de 1986, cuando Craig Leffers, de los Padres, mandó a las gradas el lanzamiento de Greg Minton, de los Giants, en la parte baja de la duodécima entrada y con empate a ocho carreras para dar el triunfo a su equipo. Para encontrar el anterior a ese tenemos que retroceder casi diecisiete años atrás, hasta el 10 de mayo de 1969, día en el que Jim Hardin, pitcher de los Orioles, conectó el lanzamiento de Moe Drabowsky, de los Royals, en la parte baja de la novena entrada para certificar el triunfo de su equipo por 6 carreras a 5.
Las estadísticas nos cuentan, de hecho, que es realmente complicado ver a un pitcher batear un home run, sea walk off o no: desde 1960, los pitchers únicamente han bateado home runs en el 0.4 por ciento de sus apariciones en el plato.
Y, sin embargo, no puedo estar más en contra de la decisión de instaurar, al igual que ocurre en la Liga Americana, el bateador designado también en la Liga Nacional.
Porque es probable que nunca más un pitcher vuelva a batear en Las Mayores.
Y, sobre todo, porque es probable que, al igual que ocurrió con Bartolo Colón, Grover Cleveland Alexander o MadBum contra Kershaw, nunca más podamos volver a disfrutar de esos momentos sublimes, improbables, memorables, emocionantes, incrédulos, bellos, divertidos e inolvidables que alguna que otra vez, cuando menos lo esperas, como trucos de magia para niños inocentes, nos regala el béisbol.
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Suelo escribir siempre con música, así que he decidido que voy a poner alguna de las canciones que ha sonado mientras estaba escribiendo el texto. Como, por ejemplo, ésta: