Shotgun golf
I. Eran más de las tres y media de la madrugada de un martes de verano del año 2004 cuando sonó el teléfono de una línea personal en una casa de New Jersey. El actor Bill Murray, el dueño de la línea, cogió la llamada, contestó y al otro lado le respondió su amigo Hunter S. Thompson, el creador de Shotgun Golf, una nueva especialidad deportiva destinada, según él, a cambiar la historia del deporte. El propio Thompson, el periodista gonzo, el autor de la novela Fear and loathing in Las Vegas, explicó ese momento entre él y Murray en Hey, Rube, la sección de columnas que tenía por aquel entonces en la Page 2 de espn.com (podéis leer ese artículo en inglés aquí), pero la conversación entre Murray y Thompson es tan surrealista que no puedo negarme a traducirla al castellano en este espacio.
¿Estáis preparados?
Lo más seguro es que no lo estéis, pero soy un hombre empírico, así que probemos. Su conversación telefónica fue la siguiente:
Bill: ¿Hola?
Hunter: Hola, Bill, soy Hunter.
Bill: Hola, Hunter.
Hunter: ¿Estás listo para una idea poderosa? Quiero preguntarte sobre el golf en Japón. Entiendo que están construyendo campos de prácticas verticales uno encima del otro.
Bill (sonando extrañamente alerta): Sí, los tienen al aire libre, bajo techos...
Hunter: He visto fotografías. Pensé que parecían pistas de bolos apiladas una encima de la otra.
Bill: (Risas).
Hunter: Estoy trabajando en una historia profundamente tonta aquí. Es maravilloso. He inventado un nuevo deporte. Se llama Shotgun Golf. Gobernaremos el mundo con esta cosa.
Bill: Mmm.
Hunter: Te llamé para que me asesores de cómo lanzarlo. De hecho, ya lo hemos lanzado. La pasada primavera, el Sheriff y yo jugamos un partido aquí fuera en el patio. Él tenía mi hierro Ping Beryllium 9 y yo su escopeta y a unas 100 yardas de distancia teníamos un linóleo verde y una bandera. Él estaba lanzando hacia el green. Y yo estaba parado a unos diez pies de distancia de él, con mi escopeta*. Y mi objetivo era volar su bola fuera del curso del campo, como en el tiro al plato.
Bill: (Risas).
Hunter: Al principio no funcionó. Los cartuchos eran demasiado pequeños. Pero los cartuchos 00* finalmente funcionaron con seguridad. Y fue divertido.
Bill: (Riéndose).
Hunter: Ok, no quería despertarte, pero sabía que te gustaría estar en la planta principal de esta cosa.
Bill: (Silencio).
Hunter: ¿Quieres discutir esto mañana?
Bill: Claro.
Hunter: Excelente.
Bill: Creo que podría tener un sueño raro sobre esto ahora, pero… (Risas).
Hunter: Este deporte tiene un futuro ENORME. El golf en América pronto se convertirá en esto.
Bill: Le dará un nuevo significado a las palabras “campo de prácticas”.
Hunter: Especialmente cuando los apilas unos encima de otros. Lo he visto en Japón.
Bill: Definitivamente tienen campos de prácticas de niveles múltiples. Sí.
Hunter: (Risas). ¿Cómo funciona eso? ¿Tienen techos extremadamente altos?
Bill: No. El techo sobre tu tee sólo se proyecta alrededor de 10 pies, y tienen otro campo de práctica justo encima de ti. Es como si hubieran quitado la fachada de un edificio. La gente estaría colgando de sus oficinas.
Hunter: Ya veo. Es como uno de esos originales Hyatt Regency Hotels. Como un atrio. ¿En el medio del edificio tú podrías saltar directamente al vestíbulo?
Bill: ¡Exactamente así!
Hunter: Es como si la gente golpeara pelotas desde un balcón al siguiente.
Bill: (Risas). Sí, podrían.
Hunter: ¿Yo podría estar en el octavo piso y tú en el sexto? O en el decimoquinto. Y estaríamos lanzando drives a través de un lago.
Bill: Tienen banderas cada 150 yardas, cada 200 yardas, cada 250 yardas. Es solo que tú estás golpeando a nivel del suelo, o desde cinco pisos en adelante.
Hunter: Quiero saber más sobre esto. Esto definitivamente tiene futuro.
Bill: Tienen aquí uno en la ciudad, debajo del Chelsea Pier.
Hunter: Debes haber jugado mucho al golf en Japón.
Bill: No mucho, solamente tuve un día de golf realmente bueno. Trabajé la mayor parte del tiempo. Pero jugué en un campo de golf precioso. Tienen greens de temporada, dos tipos diferentes de hierba. Es realmente hermoso.
Hunter: Bueno, estoy escribiendo una columna para espn.com y quiero saber si te gusta mi nueva idea de golf. Un equipo de dos hombres.
Bill: Bueno, con toda seguridad, sí. ¿Un equipo de dos hombres? ¡Sí! Eso suena genial. Creo que eso crearía un aspecto completamente nuevo. Eso crearía una línea de ropa completamente nueva.
Hunter: Absolutamente. Necesitarás un nuevo guardarropa para este juego.
Bill: Gafas para disparar y todo lo demás.
Hunter: Definitivamente tendremos que hacer una película. Esto será descabellado o mutará, de alguna manera, en una verdadera locura. Y dado el estado de ánimo de este país, tener a mucha gente con ganas de jugar al golf y también con ganas de disparar a algo, creo que esto despegaría como una moda gigantesca.
Bill: Creo que la idea de equipos de dos hombres sería una competición maravillosa y es algo que la Ryder Cup cogería.
Hunter: Estuve hablando con el Sheriff sobre eso antes. Pero en la competición de un solo hombre, yo tendría que competir contra ti, por ejemplo, en ambas artes, el tiro y el golf. Pero si tienes a la Ryder Cup, tienes que tener la línea de ropa primero. Voy a escribir sobre esto para ESPN esta noche. Os nombraré a ti y al Sheriff como asesores fundadores.
Bill: Suena bien.
Hunter: Ok, te llamaré mañana. Y, por cierto, veré si puedo torcer algunos brazos* y conseguirte un Oscar. Pero quiero un Premio Nobel a cambio.
Bill: Bueno, podemos trabajar juntos en esto. Definitivamente esto es un desafío en equipo. (Risas).
Hunter: Ok. Hablaremos mañana.
Bill: Buenas noches.
II. No, no, que nadie se haga el listo: es evidente que ninguno de vosotros ha sido capaz de enterarse de la conversación telefónica entre Bill Murray y Hunter S. Thompson.
Yo tampoco me enteré de mucho cuando la leí por primera vez.
No pasa nada.
Es precisamente lo que quería que sucediera cuando todos llegáramos al inicio del segundo punto de este texto.
Porque me acordé precisamente de la anécdota del Shotgun Golf el pasado domingo mientras veía el partido entre los Denver Broncos y los Cleveland Browns (sí, ya conocéis de sobra los pensamientos idiotas que me vienen habitualmente a la cabeza) y la pregunta que ahora os tengo que hacer de forma obligada es meridianamente clara: ¿A QUÉ DEPORTE JUEGAN EXACTAMENTE ESTOS CLEVELAND BROWNS?
¿Al Shotgun Golf que inventaron Hunter S. Thompson y Bill Murray y que iba a revolucionar el mundo del deporte con su mezcla de disparos de escopetas y lanzamientos con palos de golf?
¿O a algún deporte parecido al football que yo todavía no conozco y que consiste en tener todo el tiempo posible la posesión y acumular el máximo número de jugadas ofensivas sin anotar un touchdown?
Viendo la forma en la que se desempeñan los jugadores de Freddie Kitchens sobre el campo (y, principalmente, el propio Kitchens en la banda) no estoy del todo seguro con mi respuesta, pero yo apostaría más por la segunda opción. Y parece que las estadísticas también apoyan mi impresión:
El pasado domingo, los Cleveland Browns dispusieron de 73 jugadas de ataque y los Denver Broncos de 43.
El pasado domingo, los Cleveland Browns dispusieron de 35:30 minutos de posesión y los Denver Broncos de 24:30 minutos.
El pasado domingo, los Cleveland Browns dispusieron de 21 primeros downs y los Denver Broncos de 13.
El pasado domingo, los Cleveland Browns dispusieron de 15 terceros downs y los Denver Broncos de 9.
El pasado domingo, los Cleveland Browns dispusieron de 2 cuartos downs y los Denver Broncos de 0.
El pasado domingo, los Cleveland Browns dispusieron de 5 visitas a la red zone y los Denver Broncos de 0.
El pasado domingo, los Cleveland Browns avanzaron 351 yardas y los Denver Broncos avanzaron 302.
Y básicamente todo eso se tradujo para los Cleveland Browns en:
Un 40% de conversión en terceros downs.
Un 0% de conversión en cuartos downs.
4.8 yardas de avance por jugada.
Un 20% de conversión en la red zone.
Un único touchdown en cinco visitas a la red zone.
Y, sobre todo y muy especialmente, una nueva derrota encajada.
La sexta en ocho partidos jugados.
Suena fatal.
Y lo es.
Pero todavía podría haber sido peor (recordad que una de las dos victorias de los Browns fue contra unos Jets que tuvieron que jugar con su ¡¡tercer quarterback!!).
III. Supongo que, visto el resultado final, los aficionados de los Browns casi habrían preferido que el domingo en el Empower Field at Mile High de Denver se hubiera disputado un partido del Shotgun Golf de Hunter S. Thompson & Bill Murray en vez de un encuentro de football de la NFL.
Al menos habrían podido tener una diversión diferente para contrarrestar su recurrente sufrimiento.
Porque la temporada de su equipo está siendo perfecta para volver a ponerse como en los años más recientes las bolsas de cartón en la cabeza para no ser reconocidos por la vergüenza que sienten o, como mínimo, para hacerse algunas preguntas.
Bueno, en realidad, para hacerse muchas preguntas.
Yo dejo algunas al azar como ejemplo por si algunos de esos aficionados las quieren cazar al vuelo:
¿Por qué los propios Cleveland Browns son tan radicales que cuando quieren tankear se presionan a sí mismos con la obligación autoimpuesta de perder y ni siquiera competir una semana tras otra y cuando deciden que ese proceso ha terminado y que ya hay que ganar partidos se presionan a sí mismos con la obligación autoimpuesta de ganar la Superbowl aunque sus propias decisiones nos digan que es un equipo extremadamente joven todavía en construcción?
¿Por qué los propios Cleveland Browns permiten, alimentan y aumentan el hype de pretemporada sobre el nivel de su plantilla aunque eso suponga una presión extra para un equipo con un entrenador novato, con un quarterback de segundo año y con una nómina de jugadores en la que únicamente dos de ellos saben lo que es ganar la Superbowl (se trata del safety Morgan Burnett, que la ganó en su temporada rookie con los Packers aunque únicamente disputó los primeros cuatro partidos de esa campaña, y del QB suplente Garrett Gilbert, que ganó la edición XLIX con los Patriots al estar en su equipo de prácticas y que únicamente ha saltado dos veces al terreno de juego en toda su trayectoria en la NFL, un rato el año pasado con los Panthers y otro este año con los propios Browns)?
¿Por qué en apenas ocho partidos dirigidos Freddie Kitchens me parece un head coach sin nivel para la NFL (y, con permiso de Mike Tomlin, el head coach que peor gestiona los challenges de toda la competición) y tengo la sensación tácita de que si bien es pronto para pensar eso y esa opinión se puede volver contra mí en el futuro en este caso concreto esa opinión nunca se volverá contra mí en el futuro?
¿Por qué si los Cleveland Browns tienen al tercer jugador que más yardas en carrera consigue por partido (Nick Chubb, más de 100 yardas por encuentro) y son el segundo equipo de la competición que más yardas de carrera avanza de media por jugada (5.2 yardas de media por jugada) también son luego el undécimo equipo de 30 que menos intentos de carrera intenta por encuentro con únicamente 23.4 intentos de carrera por partido?
(Y por el contrario) ¿Por qué si los Cleveland Browns tienen de wide receiver 1 y 2 a jugadores tan acojonantemente talentosos como Odell Beckham Jr. (67 targets, 39 recepciones, 575 yardas, 14.7 yardas por recepción de media) y Jarvis Landry (67 targets, 36 recepciones, 555 yardas, 15.4 yardas por recepción de media) luego se olvidan completamente del primero de ellos en la red zone (en la red zone, Odell Beckham Jr tiene solo 8 targets y 0 touchdowns, mientras que Landry tiene 20 targets y 1 único touchdown, el conseguido el pasado domingo en Denver) pese a que los Browns tienen en esa zona clave del campo unos pírricos números de porcentaje de anotación de touchdowns (46.1%), de intentos (3.2 por partido) y de anotaciones conseguidas (1.5 touchdowns por partido) cuando quizá lo más lógico sería intentar buscar a tu mejor receptor (OBJ, que, además, para más inri, es uno de los mejores de toda la liga) para asegurar rédito en forma de puntos?
¿Por qué con todo ese exponencial talento joven que tiene la defensa de los Cleveland Browns (Myles Garrett, Joe Schobert, Denzel Ward, Greedy Williams, Damarious Randall, etc.) nadie es capaz de detener la sangría de penalizaciones (75, lo que le convierte en el equipo con más penalizaciones de la competición) que ha hecho que hayan recibido ya 631 yardas en contra y que sean con menos 237 yardas el equipo con peor diferencial de yardas netas entre las yardas conseguidas por penalizaciones favorables y las yardas encajadas por penalizaciones en su contra?
(Y sobre todo) ¿Por qué un quarterback como Baker Mayfield, que cuenta con todas las condiciones necesarias para convertirse en uno de los mejores QB de la historia y que, además de ese talento innato, posee una personalidad desbordante, un carácter que asusta y una capacidad de liderazgo aplastante, está pareciendo en cada partido un quarterback endeble, indeciso, sin ideas, impreciso y mediocre que empieza a tener un futuro tremendamente negro si no fuera porque los anuncios de televisión que protagoniza son realmente divertidos? (Datos, fríos y asépticos: Mayfield es, con 12 y junto con Jameis Winston, el QB que más intercepciones ha recibido; el segundo peor en porcentaje de intercepciones por lanzamiento con 4.4%, el peor de toda la competición en porcentaje de pases completados con un 58.7%, el vigesimoctavo en pases de touchdown con 7, el sexto que más yardas pierde por sacks, el segundo peor de toda la competición en rating de pase con un 71.3%, el octavo peor en pases completados dentro de la yarda 20 con un 35.90% de acierto, el segundo más interceptado dentro de la yarda 20, uno de los menos efectivos dentro de la yarda 10 con un 25% de acierto y el que más intercepciones recibe dentro de la yarda 10).
Son solamente algunas preguntas al azar.
Y seguro que me he olvidado de muchas más.
IV. Me imagino que ya lo sabéis de sobra: Cleveland es una ciudad golpeada continuamente en Estados Unidos.
Es una especie de hazmerreír para el resto de ciudades estadounidenses.
La ciudad de la continua derrota deportiva.
La ciudad de los Browns, que no ganan una Superbowl desde el año 1964.
La ciudad de los Indians, que no ganan una World Series desde el año 1948 (y que pudieron volver a ganarla en el año 2016 y que ¡¡perdieron contra los Chicago Cubs y la más longeva maldición con una cabra como protagonista después de ir ganando 3 partidos a 1!!).
Una ciudad gris, de trabajadores blue collar, sin apenas nada por lo que poder destacar en pleno cinturón industrial norteamericano (no recuerdo ahora mismo quién fue, pero alguien dijo o escribió una vez que todas las ciudades de Estados Unidos son iguales una tras otra a excepción de tres: New York, San Francisco y New Orleans; aunque entiendo a lo que se quería referir, no puedo estar más en desacuerdo con esa persona).
El archiconocido error junto al lago Erie.
Pero los habitantes de ese tipo de ciudades, de ciudades como Cleveland, de esas ciudades que a la gente de California o de New York les parecen tan insulsas, de esas ciudades que aparecen ocultas de forma homogénea escondidas tras las luces y los focos de los flashes de las ciudades de la Costa Oeste y de la Costa Este, son los que deciden elecciones, son los que ponen o quitan presidentes.
Si no, que se lo pregunten al mismísimo Donald Trump. O, mejor, que se lo pregunten a Hillary Clinton.
Es algo que no conviene olvidar nunca.
Para que a nadie le pille de imprevisto.
Porque luego llega el año 2016 y los Cavaliers del hijo pródigo LeBron James consiguen su primer y único campeonato de la NBA a domicilio ante los todopoderosos Golden State Warriors.
Y, cuando te detienes a pensarlo más seriamente, te das cuenta de que hasta tres equipos diferentes de Cleveland (Bulldogs, Rams y Browns) han sido campeones de la NFL en sus cien años de historia.
Y, si de nuevo te detienes a pensarlo más seriamente, te das cuenta de que esa lista todavía podría ser más amplia si incluimos en ella a los Akron Pros y a los Canton Bulldogs, los grandes dominadores de los primeros años de la historia de la NFL.
Parecen argumentos más que suficientes para defender una vez más en este newsletter que la condición de derrotado es siempre transitoria, relativa.
Que entre el blanco y el negro hay una escala infinita de grises.
Que la única gran verdad inamovible de nuestras vidas es que no existe ninguna gran verdad inamovible en nuestras vidas.
Que las cosas cambian más a menudo de lo que nosotros mismos nos damos cuenta.
A veces, a peor.
Pero también, a veces, a mejor.
Únicamente hay que encontrar la respuesta adecuada a cada pregunta.
O a un quarterback que vuelva a parecerse a ese tipo buenísimo que jugaba en Oklahoma.
O a un amigo tan cojonudamente divertido como Bill Murray que quiera formar equipo contigo en el Shotgun Golf.
No sé la razón por la que ese nuevo deporte no terminó de triunfar nunca: las ideas que surgen a las tres de la mañana suelen ser la mar de divertidas.
*En el texto original en inglés, Hunter S. Thompson utiliza el término “alley-sweeper”, que es un término que vendría a traducirse por “escoba de callejón”, pero que en el argot armamentístico también puede referirse, como en este caso, a un tipo de escopeta.
*Los cartuchos 00, conocidos en Estados Unidos como “doble-aught buck”, el nombre que aparece en el texto original de Thompson, son los cartuchos de gran tamaño más vendidos en USA.
*Thompson utiliza en el texto original la frase “I'll see if I can twist some arms and get you an Oscar”, ya que la expresión en inglés “twist someone’s arm” significa conseguir que alguien haga lo que quieres haciendo que sea muy difícil para esa persona negarse a hacerlo.
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